Cuando comparamos el valor actual del peso dominicano en el tiempo, la inflación ha reducido su poder adquisitivo. Claro, los gobiernos siempre hacen grandes esfuerzos por mantener el poder de compra del peso.
No obstante, a medida que aumentan los precios, el salario que recibimos compra menos y reduce nuestra calidad de vida, por lo que siempre habrá que contener la inflación.
Casi siempre, los precios correrán más rápido que los salarios. Si fuera al revés, nuestros salarios mantendrían su poder de compra.
Por otra parte, la gente confunde la “inflación” con el “índice de precios al consumidor”. El índice de precios al consumidor (IPC) es una medida mensual de los precios de una canasta básica de bienes y servicios que compran los hogares; y la tasa de inflación es la variación porcentual del IPC durante un período específico, generalmente un mes o un año.
El informe del Banco Central, sobre la evolución de los precios, indica que la tasa de inflación a convergido a su meta de inflación (4.0 %), incluso ubicándose un poco por debajo esa meta. Sin embargo, la gente se queja de que los precios aún siguen altos. Alguien diría que “la macroeconomía no se refleja en la microeconomía”, para referirse a la queja de la gente.
No obstante, viendo con más detalles el informe del Banco Central, se observa que, mientras el IPC general anualizado al mes de julio creció un 3.7 %, el IPC de los alimentos creció un 6.3 %, casi el doble que el IPC general. Esto explica las quejas de la gente; y más si los alimentos tienen la ponderación más alta (23.8 %) del IPC general.
En realidad, los economistas saben de la complejidad de los mercados de bienes y servicios, y como estos operan. Muchos están concentrados por grupos de intereses, en calidad de oligopolios, y otros operan con mucha intermediación. Pero, al margen de eso, lo que la gente siente es que “los precios suben por el ascensor y bajan por la escalera”.