SANTO DOMINGO.- La expectativa de tener pronto una vacuna contra el COVID-19 representa un reto científico, debido a la urgencia actual de la misma por los estragos ocasionados por esta enfermedad, cuya incidencia alcanza a los 9.6 millones de personas afectadas y casi 500 mil muertes a nivel mundial.
De acuerdo a María Mercedes Castrejón, directora médica de GSK para Centroamérica y Caribe, empresa farmacéutica que representa las marcas de Winasor y Voltaren, existen más de 100 innovaciones de vacuna contra el virus probándose en animales en la actualidad, pero aun ninguna demuestra ser eficaz para autorizar su introducción en el mercado.
Sin embargo, la verdad es que la creación de una vacuna efectiva que cumpla con los parámetros científicos para su aprobación, puede demorarse hasta 10 años, aun cuando varias entidades e investigadores estén involucrados, además de la cuantiosa inversión que se requiere.
En ese sentido, Castrejón explicó en una entrevista a medios de comunicación dominicanos, el porqué se toma tanto tiempo lograr una vacuna segura y efectiva contra el virus.
Al ser componentes biológicos, primero necesitan ser probados en animales, lo que se denomina como la fase pre-clínica.
Posteriormente, la dosis es ensayada en una cantidad no mayor de 100 humanos, con esta práctica se inicia la primera fase clínica, en la cual están actualmente las diferentes innovaciones de posibles curas contra el COVID-19.
La experta explica que en esta fase se puede determinar de dosis que deberá aplicarse. Si durante esta fase hay una respuesta positiva de la vacuna, pasa a la segundo fase.
En esta etapa, prosigue la especialista, se involucran más sujetos, que en ocasiones son niños y adultos. Aquí se busca sostener y reconfirmar la respuesta de su efectividad anterior. “En este ensayo se pude verificar la generación y capacidad de los anticuerpo e inmunidad de la dosis, haciendo que los sujetos entren en contacto con el virus y así determinar si vacina bloquea su ataque”, dijo.
En la tercera fase, Castrejón destaca que se deben aplicar a miles de personas y su experimentación puede durar meses. Detalla que para esta prueba se necesita tener una población que reciba la vacuna y otra que no, a fin de demostrar que realmente es de calidad.
Ante la crisis sanitaria como la generada por el coronavirus, existen fases que se pueden llevar a cabo de forma acelerada, como acontece en la actualidad.
“Esto así porque el virus circuló hace unos años por Europa y Asia, lo cual permitió que hoy en día se cuente con información sobre la estructura genética del mismo y en consecuencia se acelere la búsqueda de la cura”, indicó.
Pero no todo termina en la respuesta positiva de las tres fases, ya que una vez que supera las pruebas a nivel mundial, pasa al proceso burocrático de registro por entidades como la Administración de Medicamentos y Alimentos (FDA por sus siglas en inglés) y otros organismos internacionales.
Y después culmina con la fase de fármaco-vigilancia, que según Castrejón, es donde se da un seguimiento más cercano y gran escala de la efectividad, respuesta y seguridad de la vacuna aplicada en el paciente.
El gerente general de GSK Centroamérica y Caribe, Alendro Canakis, reiteró que esta vacuna es una desafío para los científicos, al ejemplificar que la empresa, que también es líder en vacunas, tiene más de 30 años involucrada en la creación de una dosis contra la malaria y aún no se ha obtenido a pesar de los miles de millones invertidos.
Canakis agregó que aunque se prevé que para el 2021 ya se cuente con una vacuna contra el COVID-19, la distribución de la misma y saber en qué países estará disponible primero, dependerá de la capacidad de fabricación de la farmacéutica, por lo que es importante trabajas en alianzas.
“No se sabe si de inmediato estará disponibles en el mercado de República Dominicana, sino que la prioridad será vacunar al personal de salud que está en la primera línea de trabajo, luego las personas de mayor riesgo, pero la preferencia de su administración es decisión de los Gobiernos de cada país”, dijo el ejecutivo.
Resaltó que cuando la cura entre al mercado, la demanda al principio superará la disponibilidad. Por lo que Castrejón asegura que es muy probable coexistan varias vacunas, según la población de mayor riesgo por el virus, ya que se ha evidenciado que afecta una más a una que otra.
Donaciones de para la lucha contra el COVID-19
GSK donó 10 millones de dólares al Fondo de Respuesta Solidaria COVID-19, creado por la Fundación de las Naciones Unidas y la Organización Mundial de la Salud (OMS) para prevenir, detectar y gestionar la pandemia, particularmente donde las necesidades son mayores.
Este donativo está destinado a la distribución de suministros esenciales, tales como equipos de protección personal para los trabajadores de salud de primera línea.
GSK ha puesto a la disposición de los científicos y organizaciones, que están trabajando en el desarrollo e investigación de las vacunas contra el COVID-19, su tecnología adyuvante de vacunas.
El uso de esta es de particular importancia en una situación de pandemia, ya que puede reducir la cantidad de proteína de vacuna requerida por dosis, permitiendo que se produzcan más dosis de vacuna y, por lo tanto, contribuyendo con la protección de más personas.
Por otro lado, GSK y Sanofi, empresas farmacéuticas líderes en la industria, firmaron hace unas semanas una carta de intención para establecer una colaboración que tiene como objetivo desarrollar y crear una vacuna con adyuvante para el COVID-19.
GSK contribuirá con su probada tecnología de adyuvantes para pandemias, logrando que se produzcan más dosis de vacuna para suministrar y ayudar a más personas.
Mientras que Sanofi contribuirá con su antígeno COVID-19 de proteína S, que se basa en la tecnología de ADN recombinante, es decir, mediante secuencias de ADN realizadas en laboratorio. Se espera que la vacuna candidata entre en ensayos clínicos en la segunda mitad de 2020 y, si tiene éxito, esté disponible en la segunda mitad de 2021.