
¿Cómo es posible que un grupo que ha gobernado la Franja de Gaza durante casi 20 años, presidiendo la vida de dos millones de palestinos con mano dura y combatiendo a Israel en repetidas guerras, abandone repentinamente las armas y ceda el control?
A juzgar por el flujo constante de imágenes horripilantes que surgen de Gaza desde que entró en vigor el alto el fuego el 10 de octubre, Hamás parece decidido a reafirmar su autoridad.
Sus hombres enmascarados, de vuelta en las calles, han sido vistos golpeando y ejecutando a sus opositores. Pelotones de fusilamiento improvisados ejecutaron a hombres arrodillados que, según afirman, pertenecen a grupos rivales, incluyendo algunos de los poderosos clanes de Gaza.
Otras víctimas, aterrorizadas, son blanco de disparos en las piernas o son golpeadas con porras.
Algunos de los que ahora son atacados por Hamás formaban parte de grupos involucrados en el saqueo y el desvío de ayuda, según dijo a la BBC un trabajador humanitario.
La ONU también acusó a bandas criminales de robar ayuda.
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Éste no es todavía un mundo en el que, como lo prevé el plan de paz de 20 puntos para Gaza del presidente estadounidense Donald Trump, los combatientes de Hamás depondrán sus armas, se someterán a una amnistía, abandonarán Gaza y entregarán el control a una fuerza de estabilización internacional.
Por su parte, Trump se mostró inicialmente ambivalente ante la brutalidad.
De camino a Israel el 13 de octubre, Trump indicó que Estados Unidos había dado luz verde a Hamás -designado grupo terrorista por Estados Unidos, Reino Unido, Israel y otros- para restablecer el orden.
"Les hemos dado la aprobación por un tiempo", declaró a los periodistas a bordo del avión presidencial, Air Force One.
Tres días después, el mandatario endureció su tono. "Si Hamás continúa matando gente en Gaza, lo cual no estaba en el acuerdo, no tendremos más remedio que entrar y matarlos", dijo Trump en su plataforma en redes sociales Truth Social.

Entonces, ¿dónde deja esta situación actual sobre el terreno en Gaza a Hamás?
Y, en última instancia, tras dos años de guerra que han provocado un sufrimiento sin precedentes para su propio pueblo y la muerte violenta de la mayoría de sus figuras clave, ¿qué le depara realmente el futuro, si es que le depara algo, al grupo?
"Un quiebre total de la ley y el orden"
Para muchos gazatíes, traumatizados y exhaustos por dos años de sufrimiento perpetuo -y una guerra que ha matado a más de 68.000 personas en la Franja, según el Ministerio de Salud de Gaza-, este terrible desenlace genera nerviosismo, pero no sorprende.
De los gazatíes con los que hablamos -entre ellos, trabajadores de ayuda humanitaria, abogados y el exasesor de un líder de Hamás- cada uno tiene una opinión diferente sobre la probabilidad de que Hamás deponga las armas y ceda el control.
Y dada la situación sobre el terreno, si ahora es el momento de hacerlo.
"Han sido dos años con un quiebre total de la ley y el orden", dice la trabajadora humanitaria Hanya Aljamal desde su casa en Deir al Balah, en el centro de la Franja de Gaza. "Necesitamos que alguien tome el control".
Ahmad Yousef, exasesor de Ismail Haniyeh, quien fue líder político de Hamás, opina que se necesita un control firme en estos momentos.
"Mientras haya gente que intente tomar la justicia por mano propia, necesitamos a alguien que los asuste y los acorrale", afirma Yousef, quien ahora dirige un centro de estudios en Gaza y mantiene una estrecha relación con los líderes de Hamás.
"Esto llevará tiempo. No mucho. Dentro de un mes recibiremos a fuerzas policiales y soldados de Turquía y Egipto", continúa, refiriéndose a la fuerza internacional de estabilización para Gaza, prevista en el plan de paz, que podría estar compuesta por tropas de Egipto y Turquía, entre otros.
"Ese es el momento en que depondrán las armas".
Otros gazatíes se muestran más escépticos y temerosos. Algunos no están convencidos de que Hamás vaya a renunciar a su poder o a sus armas.
Moumen al Natour, un abogado residente en Gaza que fue encarcelado varias veces por Hamás, es uno de ellos.
Lleva escondido desde julio, cuando, según afirma, hombres armados y enmascarados de Hamás entraron en su apartamento de la ciudad de Gaza y le ordenaron presentarse en el hospital al Shifa para ser interrogado.
"Hamás está enviando un mensaje al mundo y al presidente Donald Trump… de que no cederá el poder ni entregará las armas".
"Si yo cayera en manos de Hamás ahora, grabarían un video y me matarían en la calle de un tiro en la cabeza", dijo en uno de los videos que nos envió desde un lugar no revelado de la Franja de Gaza.
El muro que hay detrás de él tiene impactos de bala.
"Es una pandilla, no un gobierno", dice sobre Hamás. "No quiero que se queden en Gaza… No los quiero en el gobierno ni en la seguridad. No quiero que sus ideas se difundan en las mezquitas, en las calles ni en las escuelas".
"Es aún el actor dominante en Gaza"
Al-Natour tiene su propia visión de cómo podría ser Gaza.
En su opinión, el diverso conjunto de milicias que ahora están siendo atacadas por Hamás podría integrarse en un nuevo aparato de seguridad. Pero con sus agendas contrapuestas, su pasado a veces turbio y, en algunos casos, sus vínculos controvertidos con el ejército israelí, resulta una propuesta problemática.
"Lo cierto es -y a veces resulta muy difícil para los israelíes admitirlo- que Hamás aún existe y es el actor dominante en Gaza", afirma Michael Milshtein, exjefe del Departamento de Asuntos Palestinos de la Inteligencia Militar Israelí.
"Confiar en actores sospechosos -clanes, milicias, bandas, muchos de ellos criminales, muchos de ellos afiliados a ISIS (el grupo Estado Islámico), muchos de ellos implicados en atentados terroristas contra Israel- y considerarlos una alternativa a Hamás es una ilusión".
Funcionarios de Hamás declararon que el grupo está dispuesto a ceder el control político de Gaza. El plan de alto el fuego de Trump, al que brindó apoyo, contempla el "gobierno transitorio temporal de un comité palestino tecnocrático y apolítico".

Pero incluso si el grupo está dispuesto a renunciar a su papel político -algo que muchos palestinos e israelíes aún dudan-, persuadir a sus combatientes de que depongan las armas es un gran paso para una organización cuyo poder, incluso antes de octubre de 2023, dependía en gran medida de la fuerza de su armamento.
El ascenso de Hamás y su control férreo
Para comenzar a responder a la compleja pregunta de qué puede pasar con Hamás en el futuro, es necesario analizar en retrospectiva cómo consolidó su poder en primer lugar.
Desde sus orígenes en la década de 1980 como una rama de la Hermandad Musulmana egipcia y rival de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP) de carácter laico, Hamás se transformó en un grupo militante violento responsable de la muerte de civiles israelíes.
Inicialmente, Israel ofreció un discreto apoyo a Hamás, considerándolo un contrapeso útil a la OLP y a su facción dominante, Fatah, liderada entonces por Yasser Arafat.
"El principal enemigo era Fatah", afirma Ami Ayalon, exjefe del servicio de seguridad nacional israelí, Shin Bet, "porque eran quienes exigían un Estado palestino".
Pero cuando Hamás lanzó atentados suicidas con bombas en las décadas de 1990 y 2000 contra israelíes, Israel respondió con una serie de asesinatos de alto perfil.
Una violenta lucha de poder con Fatah dejó a Hamas, que ganó las elecciones en 2006, con el control exclusivo de la Franja de Gaza.
A continuación hubo 18 años de gobierno de Hamás, caracterizados por un bloqueo militar y económico israelí, y episodios de conflicto armado en 2008-09, 2012, 2014 y 2021.
A pesar de las afirmaciones israelíes desde octubre de 2023 de que "Hamás es ISIS", el gobierno del primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, se convenció de que Hamás no representaba una amenaza estratégica.
"Su política era gestionar el conflicto", señaló Ayalon. "Él dijo que no vamos a resolverlo y estamos totalmente en contra de la realidad de dos Estados, por lo que la única solución es dividir y controlar".
Con Hamás controlando Gaza y la Autoridad Palestina, liderada por el presidente Mahmud Abás, gobernando parte de Cisjordania ocupada, los palestinos permanecieron irremediablemente divididos, lo que permitió a Israel argumentar que no contaban con un liderazgo unificado con el que negociar la paz.
"Netanyahu hizo todo lo posible para apoyar a Hamás en Gaza", afirmó Ayalon. "Dejó que Qatar les enviara… más de US$1.500 millones".
El dinero de Qatar estaba destinado a pagar los salarios de los funcionarios públicos y apoyar a las familias más pobres, pero los jefes de seguridad temían que se estuviera utilizando para otros fines.
Ayalon añade: "El director del Shin Bet y el jefe del Mossad tenían claro que este dinero se destinaría a infraestructura militar".
Netanyahu defendió la autorización de los pagos a Hamás, alegando que su objetivo era ayudar a la población civil.
Hamás siempre se preparaba para la guerra
Como se reveló brutalmente el 7 de octubre, Hamás siempre se preparaba para la guerra. En ningún lugar era esto más evidente que en su elaborada red de túneles.
Los túneles ya se habían utilizado para lanzar ataques contra posiciones del ejército israelí durante el segundo levantamiento palestino, o "Intifada", que comenzó en el año 2000.
En 2006, combatientes de Hamás utilizaron un túnel bajo la frontera con Israel para atacar un puesto militar cerca de Kerem Shalom, matando a dos soldados israelíes y secuestrando a un tercero, Gilad Shalit.
Shalit estuvo retenido durante cinco años hasta su liberación en 2011, a cambio de 1.027 prisioneros palestinos, entre ellos Yahya Sinwar, quien posteriormente planearía los ataques de Hamás de octubre de 2023.
Con el tiempo, la red de túneles de Hamás se expandió para incluir talleres, plantas de fabricación de armas y centros de mando.
Los acontecimientos regionales también influyeron. En 2012, tras la caída del dictador libio Muamar Gadafi y el breve ascenso al poder de la Hermandad Musulmana en Egipto, Hamás logró introducir de contrabando en Gaza armas cada vez más sofisticadas, incluyendo rifles para francotiradores, lanzacohetes móviles y equipos para la fabricación de cohetes de largo alcance.
Se cree que Hamás se benefició de la ayuda de técnicos y combatientes con experiencia en la construcción de túneles en lugares como Líbano e Irak.
Irán también fue un aliado clave, considerando a Hamás como un componente natural de su "Eje de Resistencia", una coalición informal de grupos militantes en todo Medio Oriente con una antipatía compartida hacia Israel y Estados Unidos.
En 2020, un informe del Departamento de Estado de EE. UU. indicó que Irán proporcionaba alrededor de US$100 millones al año a grupos militantes palestinos, incluido Hamás.
Se dice que algunos túneles se excavaron a una profundidad de hasta 70 metros bajo tierra, tardaron años en construirse y costaron decenas de millones de dólares cada uno. Estos túneles fueron diseñados para proteger a los altos mandos de Hamás y albergar armas de largo alcance.
Un experto local con amplio conocimiento de los túneles dijo a la BBC que el costo total del proyecto ascendió a unos US$6.000 millones.
Es difícil obtener cifras precisas, pero se cree que la red se extendía hasta 400 km, en una franja de tierra de tan solo 42 kilómetros de largo y, en su punto más ancho, 11 kilómetros.
Túneles: un proyecto rodeado de secretismo
Hablar abiertamente sobre los túneles, su ubicación o su costo, podía exponer a los gazatíes a acusaciones de espionaje y derivar en arrestos y consecuencias aún mayores. Pero muchos sabían lo que estaba ocurriendo.
Los residentes locales podían ver señales reveladoras: la retirada de arena y arcilla, la aparición inesperada de nuevas entradas y la introducción de maquinaria durante la noche.
Lo que comenzó como una respuesta oportunista al aislamiento de Gaza se convirtió, a lo largo de tres décadas, en un complejo industrial y militar subterráneo de múltiples capas.
Más tarde se supo que gran parte de este complejo estaba oculto bajo la infraestructura civil de Gaza, incluyendo hospitales, escuelas y, en el caso de un túnel que albergaba un centro de datos de Hamás, la sede de la Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados de Palestina (UNRWA) en la ciudad de Gaza.
Tras el 7 de octubre de 2023, cuando combatientes de Hamás irrumpieron en Israel, matando a unas 1.200 personas y tomando a 251 como rehenes, Gaza se convirtió en una gigantesca prisión subterránea. No todos los rehenes se ocultaban en túneles, pero muchos sí, especialmente a medida que la guerra se prolongaba.
Eli Sharabi, uno de los rehenes más conocidos, fue trasladado de una casa segura a un túnel tras 52 de sus 491 días de cautiverio.
"Nos ataron con cuerdas en las piernas y las manos", declaró a la BBC a principios de este mes. "Me desmayaba de vez en cuando por el dolor. Una vez me rompieron las costillas".
Para cuando fue liberado, en febrero, Sharabi había perdido más de 30 kg.
Hamás utilizó a los rehenes como moneda de cambio para lograr ceses del fuego o la liberación de palestinos recluidos en cárceles israelíes. Mientras continuaban las negociaciones sobre su destino, Hamás difundió a cuentagotas al público israelí una serie de crueles videos, que a menudo mostraban a los rehenes en situaciones de extrema angustia.
Finalmente, según Yousef, fue la presión interna y externa la que obligó a Hamás a abandonar la estrategia.
"Qatar, Egipto y Turquía, así como la población de los campamentos de desplazados, enviaron un mensaje contundente a los líderes de Hamás en el exterior: ¡ya basta!".
Mientras tanto, Israel continúa destruyendo lo que puede de la red de túneles, a menudo demoliendo en el proceso barrios de civiles que se encuentran encima.
Y la tarea está lejos de terminar.
"Según publicaciones del sistema de defensa, se estima que entre el 25% y el 40% de los túneles han sufrido daños", afirma Yehuda Kfir, ingeniero civil israelí e investigador de guerra subterránea en la Universidad Technion de Haifa.
"Sin duda, Hamás aspira a rehabilitar la infraestructura, incluyendo la restauración de los túneles que las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) han intervenido de diversas maneras".
Un liderazgo en ruinas
Restaurar los túneles es una cosa. Reconstituir la organización es otra. Tras los acontecimientos de los últimos dos años, el liderazgo de Hamás está en ruinas.
Israel ha hecho todo lo posible -en Gaza, Irán, Líbano y Qatar- para eliminar a las figuras políticas y militares clave del grupo.
Desde sus líderes más conocidos e internacionalmente reconocidos, que viajan por el mundo para promover su causa, hasta los comandantes de sus batallones sobre el terreno en Gaza, Hamás ha perdido a casi todas las figuras importantes.
Israel asesinó al poderoso líder de Hamás, Ismail Haniyeh, en Teherán en julio de 2024.
Tres meses después, el sucesor de Haniyeh, el escurridizo Yahya Sinwar, fue muerto en las ruinas de una casa en Rafah.
A pesar de la pérdida de estas figuras destacadas, y de miles de miembros de su brazo armado, el grupo siguió luchando, reclutando una nueva generación de jóvenes combatientes radicalizados y dividiéndose en pequeñas células con la intención de llevar a cabo operaciones de guerrilla relámpago.
Pero el Hamás en octubre de 2025 es una pálida sombra de la organización que perpetró los atentados del 7 de octubre de 2023. Los líderes actuales son menos conocidos y, fundamentalmente, tienen poca experiencia política.
Ezzedine al-Haddad, de 55 años, dirige ahora el consejo militar de cinco miembros que comanda el brazo armado de Hamás, las Brigadas Izz al-Din al-Qassam.
Fuera de Gaza, entre los remanentes del liderazgo político del grupo se encuentran Khaled Meshaal (quien fue blanco de un fallido intento de asesinato israelí en Jordania en 1997), Khalil al-Hayya y Muhammad Darwish.
Se cree que todos escaparon a la muerte el 9 de septiembre, cuando aviones israelíes atacaron un edificio en Doha, Qatar, donde los líderes se reunían para discutir las últimas propuestas de alto el fuego de Estados Unidos.
Hamás está "cansado de la guerra"
A pesar de la violencia que aún azota Gaza, el exasesor de Hamás, Ahmed Yousef, afirmó que el grupo está cansado de la guerra.
Sin mencionar directamente el 7 de octubre, describió la causa de la guerra como un "terrible error" y señaló que se necesita un "enfoque diferente".
"Estoy hablando con muchos de ellos y me han dicho que ya no les interesa gobernar Gaza", agregó.
"Pero Hamás tiene más de 100.000 miembros y esa gente no va a desaparecer".
Hamás, sugirió, busca renovar su imagen para seguir desempeñando un papel político en el futuro, un proceso que compara con la transición del Congreso Nacional Africano, ANC por sus siglas en inglés, desde la guerra de guerrillas al gobierno político en la Sudáfrica post-apartheid.
"Si mañana hay elecciones", dijo, "estoy seguro de que Hamás adoptará un nombre diferente, dando la impresión de ser más pacífico y de estar más dispuesto a participar en la vida política".
"La violencia no va a formar parte de ningún partido político".
Milshtein lo duda.
"Incluso si se establece un nuevo régimen local en Gaza, por supuesto, entre bastidores, Hamás será el actor dominante", argumentó.
El desarme es aún menos probable, agregó Milshtein, quien predijo otra guerra en Gaza en los próximos cinco años.
Pero Ami Ayalon, exjefe del Shin Bet, cree que Israel debería encontrar otra forma de enfrentarse a su enemigo.
"A menos que derrotemos la ideología, prosperará", afirmó.
"La única manera de derrotarla es creando y presentando a los pueblos palestino e israelí un nuevo horizonte. Un horizonte de dos Estados".
Por ahora, ese horizonte no existe, lo que quizás haga que la predicción de Milshtein sea más probable que la visión de Ami Ayalon de un futuro compartido. Pero Hamás, por muy debilitado que esté, está lejos de ser una fuerza agotada. De una forma u otra, Israel podría tener que lidiar con ella durante algún tiempo.
Fuente: BBC Mundo