¿Por qué hacerlo simple si podemos complicárnoslo?

¿Por qué hacerlo simple si podemos complicárnoslo?

¿Por qué hacerlo simple si podemos complicárnoslo?

Víctor Féliz Solano

*Por Víctor Féliz

En una ciudad definitivamente diseñada y estructurada para autos, no para los ciudadanos, no nos sorprende las decisiones que toman las autoridades en cuanto a donde ubicar la feria del libro cada año. En algo sí siempre han sido coherentes, en encontrar la mejor de las fórmulas para caotizar aún más el tránsito local del Distrito Nacional.

En una ciudad en donde ya de por si es casi imposible moverse a todas horas del día, agregarle un ingrediente más parecería una osadía. Si bien es cierto que este hermosísimo evento cuyos objetivos generales son promover la cultura y la lectura, lo cual es de vital importancia en esta sociedad cuyos valores están en caída libre, no es menos cierto que a medida que avanzamos en el “desarrollo urbano” es obligatorio pensar de manera innovadora en soluciones que nos conduzcan a complicarnos lo menos posible el día a día.

¿Qué tan difícil resultaría elegir un lugar con las características básicas para que este magno evento se desarrolle lo más armoniosamente posible?

Partiendo de lo lógico podríamos decir que el sitio ideal para celebrar un evento de 10 días en algún lugar de la capital realmente no existe, pues donde quiera que se lleve a cabo causará algún impacto negativo. Pero sí se puede elegir en donde cause el menor caos posible. Ubicarla en lugares en donde el acceso a través de transporte colectivo sea viable, así como la posibilidad de estacionarse sin causar tantos traumas. Al ser un evento cultural lo lógico es que se lleve a cabo en la Plaza de la Cultura, pero esta ubicada en el mismo centro de la ciudad capital.

Este año se ubicó de nuevo en la Ciudad Colonial, el impacto en movilidad fue funesto, el impacto ambiental desastroso, las calles atestadas de vehículos estacionados en las aceras, los vecinos, hoteles, restaurantes y comercios con el grito al cielo; no podemos dejar pasar por alto que, por momentos, hasta se podría decir, que nuestro augusto Panteón Nacional sufrió una especie de profanación a su solemnidad debido a la irreverencia de sus asistentes.

El montaje de la feria, la cual siempre es motivo de críticas, no es el objeto de nuestra columna, sino el lugar que se eligió. La Zona Colonial se caracteriza por su alta complejidad como territorio urbano, con instalaciones patrimoniales con diferentes grados de deterioro y necesidad de restauración, en una significativa parte, lo que unido al número de visitantes que acudió de manera coyuntural, agravó el equilibrio de la vida urbana de tan pequeño espacio territorial de apenas un kilómetro cuadrado. La Zona Colonial es Patrimonio de la Humanidad y eminentemente turística y como tal debe ser tratada.

Lugares como el Parque del Este (el cual goza de instalaciones de bajo techo y amplias explanadas), el Estadio Quisqueya, la Ciudad Ganadera, entre otros podrían ser lugares a considerar para la próxima Feria del Libro. No sólo garantizaría una mayor participación de visitantes debido a más comodidad para sus asistentes, sino que el caos en la ciudad disminuiría considerablemente.

Es mejor simple que complicado.



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