Por qué EE.UU. quiere ser más amable con los turistas

Por qué EE.UU. quiere ser más amable con los turistas

Por qué EE.UU. quiere ser más amable con los turistas

El primer viaje al extranjero de la colombiana Marcela Joya -uno de los sueños más grandes de su vida- comenzó de la peor manera por cuenta de un intercambio con los agentes de inmigración en el aeropuerto de Miami, en Estados Unidos.

Joya recuerda que los funcionarios no la trataron bien, la retuvieron, la escanearon, le «desbarataron la maleta» y la interrogaron en inglés, a pesar de que sabían que ella estaba ahí precisamente porque no hablaba el idioma y quería aprenderlo.

«El miedo que me causó cómo ellos veían mis papeles se reflejó como si yo estuviera haciendo algo mal», cuenta. «Pero en realidad mi susto era que no podía expresarme».

Esa experiencia ayudó a que su mirada sobre el país fuera negativa durante los primeros meses de su estadía. Y hoy, casi cuatro años después, todavía se lo piensa dos veces antes de subirse a un avión.

Por supuesto, no todos los viajeros tienen situaciones negativas al llegar a Estados Unidos y los chequeos son importantes para garantizar la seguridad, pero el trato que dice haber recibido esta bogotana está lejos de ser una queja aislada.

Esto lo sabe BrandUSA, la principal organización del país dedicada a la promoción del turismo, que considera que una de las barreras posibles para que los extranjeros visiten Estados Unidos es que lo consideran «hostil».

Por ello, esta sociedad -que se financia con fondos públicos y privados- se marcó como objetivo en 2014 ayudar a que Estados Unidos sea más amable y que los procedimientos de seguridad -tanto en la postulación a las visas como en los aeropuertos- se complementen con un buen trato a los viajeros.

«Tenemos que reconocer que la seguridad es la prioridad principal», le dice a BBC Mundo Christopher Thompson, el presidente de BrandUSA. «Pero queremos lograr que ese proceso de seguridad sea hospitalario».

Un país «arrogante, hostil y predecible»

La estrategia de BrandUSA está detallada en su plan de negocios para 2014, en el que explica que Estados Unidos fue considerado en una época un modelo para el mundo, pero hace algún tiempo los turistas comenzaron a mirar hacia otros lugares por culpa de los «procedimientos complicados de entrada, políticas impopulares y la aparición de destinos más nuevos y de moda».

Con base en un estudio con 3.000 viajeros de 11 mercados, el plan establece la necesidad de crear «el cambio necesario para que Estados Unidos pase de ser visto como una nación arrogante, hostil y predecible a una tierra atractiva de posibilidades ilimitadas».

Esta meta forma parte de una estrategia mucho mayor de promoción del país, que se está llevando a cabo en los lugares de donde proviene la mayoría de turistas. Entre esos países están México y Brasil (ver recuadro).

Según Thompson, la idea de hacer más amable a Estados Unidos se traduce en concreto en trabajar con las agencias federales que están involucradas en los procesos de visado e inmigración, entrenar a los agentes y tratar de mejorar los procesos para postular a una visa.

De hecho, aunque admite que no está autorizado a dar detalles específicos, cuenta que en algunos lugares ya ha habido sesiones de entrenamiento para los funcionarios de inmigración. Y agrega que en algunos países se ha podido reducir el tiempo de espera para la entrevista de la visa «de cientos de días a un par».

«Queremos que la primera impresión sea una experiencia placentera y que todo lo que se ofrezca después sea tan positivo como ya sabemos que es», dice.

Estados Unidos es «una gran discoteca»

Pero el tema no es tan sencillo. Algunos expertos internacionales de marca-país creen que es una buena iniciativa entrenar a los agentes de inmigración, aunque agregan que esto no tiene grandes efectos en el turismo.

José Filipe Torres es el director de la consultora Bloom, que ha asesorado a países como España, Portugal y Polonia. Él compara, en diálogo con BBC Mundo, a Estados Unidos con una gran discoteca a la que todo el mundo quiere entrar, pero que tiene un guardia amargado en la entrada. En su opinión, eso no va a desalentar a quienes igual quieren una buena fiesta.

«Está bien que el guardia en la entrada sea muy bueno, y que siga llegando mucha gente a la fiesta, pero ese guardia no es lo que va a hacer que mejore», dice.

Otro experto, el británico Simon Anholt, tampoco cree que los agentes migratorios sean un gran problema. Anholt realiza una encuesta de marcas nacionales que, asegura, representa a casi el 70% de la población mundial y dice que no encuentra ninguna evidencia de que Estados Unidos sea considerado un país hostil.

El analista explica que Estados Unidos sigue siendo, según su estudio, el país más admirado del mundo y que si los turistas dejan de ir allá no es porque no sea hospitalario sino porque han cambiado los patrones de viaje en el mundo: en una época en que muchos prefieren viajes cortos y cercanos al no tener tanto dinero, Estados Unidos es visto como un destino lejano y costoso.

Agrega que las barreras iniciales para los turistas pueden, incluso, tener el efecto contrario al que explican las autoridades: atraer en vez de repeler.

«Si hay que superar una pequeña barrera para llegar a Estados Unidos, tal vez eso incluso se sume al atractivo», le dice a BBC Mundo. «En el mito de Estados Unidos se mezclan lo positivo y lo negativo».

Marcela Joya, la estudiante colombiana, parece consciente de esa dicotomía. «Entrar acá, quedarse y hacer cosas es un reto», explica. «Se trata de entender cómo jugar con el sistema y cómo hacerlo bien».

Confiesa que una experiencia más amable a su llegada le habría facilitado las cosas y le habría ayudado a tener menos miedo.

Pero rápidamente agrega: «Sin embargo, el hecho de que sean así es algo cultural. Después te vas a dar cuenta de que hay mucha gente así. Ellos te están dando un aviso: esto es lo que te vas a encontrar».