¿Por qué dejamos todo para mañana?

¿Por qué dejamos todo para mañana?

¿Por qué dejamos todo para mañana?

Si ya hiciste tus compras navideñas o tienes lista tu declaración de impuestos del próximo año, puedes felicitarte a ti mismo por ser tan organizado.

La mayoría de nosotros probablemente esperará hasta último momento para hacer esas compras finales o completar un proyecto que debemos entregar.

¿Por qué postergamos lo inevitable? ¿Trajín, pereza, necesidad de una subida de adrenalina, miedo al fracaso o una combinación de factores?

Recurrimos a Quora, el sitio de preguntas y respuestas para ver qué dicen sus usuarios sobre ese mal hábito de perder el tiempo y cómo cambiar las tácticas dilatorias.

Distracciones y costumbres

«Vivimos en una sociedad que nos está bombardeando con distracciones todo el tiempo», indica Shaz Hasan.

«Según Eric Schmidt, director ejecutivo de Google -recuerda este usuario- ‘estamos creando más contenidos en 48 horas que los creados desde el comienzo de la civilización hasta 2003′».

«Esos son muchos videos de YouTube, entradas de blogs, estados en Facebook y twits que nos distraerán todos los días».

Por su parte, Nikant Vohra comenta que aplazar los asuntos pendientes es algo perfectamente normal para la mayoría de la gente.

«A veces se trata de cosas pequeñas como limpiar la casa, comprar comida, lavar la ropa, etc. Pero la mayoría del tiempo es para cosas muy importantes como ir al gimnasio, terminar de prepararse para un examen o pagar las cuentas», señala.

Tres razones

Vohra cita tres motivos para perder el tiempo.

El primero, «subestimar nuestras propias habilidades para completar una tarea de trabajo en su momento».

«Y no solo eso, sino que subestimamos cuanta motivación tendremos en el futuro para hacerla».

Añade Vohra que «todos tenemos excusas para evitar el trabajo».

«Estamos demasiado ocupados, demasiado cansados… Algunas veces tienen sentido, pero la mayoría de las veces son como un escudo para protegerte de hacer trabajo de verdad».

Luego, están las distracciones ya mencionadas.»La mayoría de nosotros nos hemos convertido en esclavos para esas distracciones», sostiene Vohra.

Y, finalmente, «dudas propias y miedo».

«Cuando no estamos seguros de cómo enfrentar un proyecto o inseguros sobre nuestras habilidades, puede que nos encontremos postergando esa tarea y prefiramos hacer otras», señala Vohra.

«Nos decimos a nosotros mismos que ‘un día’ estaremos listos para hacer un cambio, o para arriesgarnos; ‘un día’ llegará el momento cuando tengamos más confianza o que nuestras circunstancias sean más fáciles. Sin embargo, ese día nunca llega».

Cuestión de prioridad

El motivo para aplazar asuntos pendientes suele estar determinado por la tarea que tenemos por delante.

«Utilizamos nuestra mente conscientemente para decidir lo que es importante para nosotros», escribe Paul Winslow.

«Luego, nos fijamos metas ideales: escribir esa primera página, tomar esa hora para hacer ejercicio, terminar de leer ese libro, hacer esa llamada telefónica, cocinar ese plato. Eso es lo que deberíamos hacer», agrega.

«Sin embargo, nuestras acciones exponen prioridades muy distintas. De hecho, exponen nuestras verdaderas prioridades. Es decir, lo que tenemos que hacer».

Y añade Winslow que la clave está en cómo asociamos las cosas que hacemos con las señales de dolor y placer en el cerebro.

«El placer viene en muchas formas: emociones, diversiones, calor, relajamiento. Y el dolor tiene sus propias variedades: aburrimiento, temor, frustraciones, incomodidad».

«Yo pierdo el tiempo»

Reconocer que uno pierde el tiempo es un paso importante para encontrar una solución.

Douglas Stewart siempre ha enfrentado el problema y, para combatirlo, divide las tareas en pequeños segmentos realizables.

«Coloco un temporizador sobre mi escritorio y lo pongo para mantenerme concentrado en el trabajo por un tiempo razonable (usualmente 50 minutos). Así, evito todas las distracciones».

Para Pedro Teixeira el mayor obstáculo es otro. «Descubrí que el origen de mi tendencia a perder el tiempo era el miedo».

«Simplemente temía al fracaso y al rechazo. Me quedaba atascado en un trabajo preliminar y preparatorio indefinidamente, lo que me causaba ansiedad…tenía que enfrentarlo y comenzar a trabajar. Mi nueva consigna es ‘deja de intentar hacerlo y hazlo'».

La continua pérdida de tiempo también puede ser una respuesta al aburrimiento. «Con respecto a ciertas tareas, es una indicación de que (internamente) realmente no las quiero hacer», escribe Heron Weston.

«Entonces o tengo que aceptarlas, o intentar cambiarlas. De cualquier forma, yo hago esa elección y soy responsable por lo que resulte. Encuentro este sentimiento de poder personal muy inspirador».

Salir del hoyo

El problema es que perder el tiempo se puede volver un círculo vicioso.

«Entre más lo haces, más fácil es encontrar otras distracciones y continuar aplazando las cosas», escribe Hasan.

«Y, al seguir haciéndolo, simplemente te hundes más y más en un hoyo, un hoyo del que finalmente será imposible salir».

Para romper el ciclo, Hasan sugiere desviar tu atención de las distracciones, física y mentalmente.

«Apágalo, cierra el buscador y haz lo que tengas que hacer en ese momento para alejarte de la actividad que te está haciendo perder el tiempo», indica.

«Haz lo que sea necesario para salirte de tu ambiente temporalmente».

Por su parte, José Ricardo Rosa Cruz sugiere mejorar la productividad trabajando en períodos cortos, haciendo una lista de cosas por completar, apagando el celular y las conexiones de internet.

«Comienza completando tu tarea más urgente. Nótese que digo urgente, no importante. Urgente significa que hay menos tiempo para completarlo».

El factor bienestar

Algunos de los expertos de Quora señalan que la parte más difícil de toda tarea es el comienzo.

Sara Wedeman, quien escribió su tesis de grado sobre el tema de perder el tiempo, dice que «no solo se trata de evitar hacer algo que es frustrante, difícil y que provoca ansiedad: la simple anticipación de la frustración impide que la persona incluso arranque».

«Una vez que se cruza el momento crítico (el dolor de no hacer, excede el dolor de hacer) y la tarea realmente se empieza, entonces muchas veces la persona se sorprende, al darse cuenta que realmente no era algo tan malo».

El psicólogo Bruce Neven dice que el sentimiento de alivio que acompaña el trabajo terminado puede sobrepasar la ansiedad que, en un comienzo, llevó a postergarlo.

«En esos ratos momentos cuando realmente completas lo que habías estado aplazando, hay un sentimiento de alivio, una buena sensación de haber terminado para no tener que preocuparte más por eso».

Y recomienda Neven: «sigue una política de SIEMPRE hacer el trabajo más duro PRIMERO. Probablemente encontrarás que no tardas tanto como pensabas y que te deja mucho tiempo para hacer las cosas más fáciles, poniéndote de mejor humor».