📷 Violencia de género: ¿Por qué los agresores implican a toda la familia y terminan suicidándose? Foto: BBC
Apenas inicia abril y la cifra de mujeres asesinadas en lo que va de año ya asciende a 17, según reportes oficiales. Esta cifra no es solo un número, es una alarma que resuena en los titulares, una sombra que se extiende sobre hogares rotos. La mayoría de los agresores son figuras cercanas: parejas, exparejas, hombres en quienes esas mujeres alguna vez confiaron, amaron o temieron en silencio.
Cada caso es una historia interrumpida: un desayuno que no llegó a servirse, un hijo que esperará en vano, una promesa apagada con un golpe o una bala. Son madres que no volverán a abrazar, hijas que no cumplirán años, hermanas que dejaron un vacío en la mesa. La violencia machista no es solo un tema de estadísticas, es una herida abierta en el tejido social, una tragedia que, cuando no termina con la vida de la mujer, arrastra a hijos, madres y familias enteras. }
Femicidio. Foto: Blog del Banco Interamericano de Desarrollo
Uno de los casos más recientes, que ha consternado a toda una comunidad, ocurrió el pasado lunes en Santo Domingo Este. La tragedia se difundió cerca de las 8 de la mañana, se dio a conocer que Fabio Montero Veriguete, le quitó la vida a su pareja, su hijo y su nuera, para luego suicidarse. La noticia dejó a todos desconcertados, llenos de incertidumbre, preguntándose: “¿Cómo pudo pasar?” Algunos incluso afirmaron: “Se le metió el enemigo.”
Un caso similar ocurrió el 18 de enero en la provincia La Vega, donde Luis Jiménez Adames le arrebató la vida a su esposa y su suegra. Otro caso impactante sucedió en 2021, cuando Felipe Toribio Peralta mató a su pareja y a su suegro en Villa Isabela, Puerto Plata.
Un denominador común en estos casos es que el agresor no se limita a la pareja, sino que extiende la violencia a otros miembros de la familia, como hijos y suegros. Este patrón revela que la violencia no solo afecta a la mujer, sino que genera un daño colateral en toda la estructura familiar.
Fuente: Oficina Nacional de Esa dísticas
La psicóloga Miosotis Grullón, especialista en terapia familiar y de pareja, explica que no existe una causa única para este comportamiento. Sin embargo, varios factores pueden influir. Entre ellos, mencionó la falta de apoyo familiar, la normalización de la conducta agresiva hacia la pareja, y una especie de venganza ante la frustración por no sentirse valorado por la familia. En resumen, la familia no apoya la violencia, pero no hay una única razón detrás de estos casos.
La especialista agregó que personalidades dependientes, obsesivas, paranoides o narcisistas pueden estar asociadas con los agresores que cometen homicidios múltiples o que asesinan a sus parejas.
Otros factores como el abuso infantil, el consumo de sustancias, las disparidades económicas y educativas, los conflictos de pareja, la tolerancia social hacia la violencia y la impunidad de los agresores contribuyen al aumento de casos en los que el agresor no se limita a la pareja.
Feminicidio. Foto: Fuente externa
Daño a los más pequeños
La especialista Grullón señala que los niños expuestos a violencia intrafamiliar sufren graves consecuencias: aumento de la agresividad o retraimiento social, problemas de aprendizaje, trastornos del estado de ánimo (ansiedad, depresión, estrés postraumático), trastornos del sueño y alimenticios, conductas suicidas, y trastornos de enuresis o encopresis.
Es decir, la violencia en el hogar deja secuelas profundas en el desarrollo emocional y social de los niños, por lo que es fundamental ofrecerles programas de apoyo adecuados para sanar y superar este trauma.
¿Por qué se suicidan los agresores?
Según la investigación de María Luisa Maqueda Abreu, estudiante de la Universidad de Granada, titulada «¿Por qué los hombres matan a las mujeres… y después se suicidan?», publicada en el 2022, el feminicidio y el suicidio del agresor están impulsados por la percepción de pérdida de control y autoridad sobre la mujer. Es un intento de restaurar un orden cuestionado, y una respuesta a la pérdida de sentido de vida y reconocimiento social. Esta dinámica refleja las profundas desigualdades que existen en nuestra sociedad.
«El femicidio es el castigo a la mujer por su provocación, por el desafío y el cuestionamiento de su posición de poder exhibidos ante sí mismo y ante sus pares; y el suicidio, dentro de las ‘tipologías puras’ de femicidas, una respuesta congruente del varón a la pérdida del sentido de su vida una vez privado del objeto de una posesión implacable que ya no le pertenece, así como, también, del reconocimiento y del respeto de sus iguales».
María Luisa Maqueda Abreu.
Marco legal
La Ley 24-97, que modifica el Código Penal dominicano, tipifica la violencia de género y doméstica, imponiendo penas de prisión y multas que se agravan en casos de reincidencia, lesiones graves o muerte de la víctima, y ante la presencia de menores o el uso de armas.
Artículo 309-1: Tipifica la violencia intrafamiliar, castigándola con prisión de 1 a 5 años y multas. Se agrava si hay reincidencia o consecuencias graves.
Artículo 309-2: Si hay lesiones graves, mutilación o muerte, se aplican penas de hasta 30 años de prisión.
Artículo 309-3: Define la violencia de género como “todo acto realizado contra una mujer por el hecho de serlo” y lo castiga con pena de 1 a 5 años de prisión y multas.
Artículo 309-4: Detalla circunstancias agravantes, como cometer el acto en presencia de menores o usar armas.
Cifras
En 2023, la Oficina Nacional de Estadísticas registró 137 feminicidios en el país.
Rango de edad de la víctima
Número de casos registrados en 2023
Menores de 15 años
14
15-24 años
36
25-34 años
30
35-44 años
26
45-54 años
10
55-64 años
8
65 y más
5
No declarada
8
Solución
En lo que va de año, 17 mujeres han sido asesinadas en República Dominicana, una cifra alarmante que revela una profunda crisis de violencia de género. Estos crímenes no solo arrebatan vidas, sino que destrozan familias, dejando hijos huérfanos, madres desconsoladas y hogares vacíos. La violencia se extiende más allá de la pareja, afectando a otros miembros de la familia y dejando cicatrices imborrables.
La Ley 24-97 busca penalizar estos actos y el Ministerio de la Mujer cuenta con la línea de emergencia *212, para respuesta a mujeres en situaciones de peligro.
Sin embargo, la realidad exige un cambio cultural profundo. Es urgente implementar medidas preventivas y de apoyo a las víctimas, además de desafiar las normas sociales que perpetúan la violencia. Cada vida perdida es un recordatorio de que la lucha contra la violencia de género no es solo una cuestión legal, sino un imperativo moral y social.