Por María Elena Vásquez

Por María Elena Vásquez

Por María Elena Vásquez

Rafael Chaljub Mejìa

Ojalá cuando estas líneas se publiquen ya María Elena Vásquez Taveras haya sido seleccionada debidamente para la ocupar presidencia del Consejo Directivo de Pro Competencia, conforme la terna que ya ha sido propuesta para escoger al titular de ese cargo.

Para desempeñarse en esas funciones a Elena le sobran condiciones y méritos en todos los sentidos.

Pero como no han faltado aquellos que no dejan pasar la ocasión para descargar veneno por las redes sociales, algo que ha debido discurrir conforme a los reglamentos de esa institución, tiende a convertirse innecesariamente en asunto de polémicas y controversias en las redes sociales.La hija de Chu, oigan ustedes que bendita acusación, es el primer lanzazo que disparan contra ella.

Como si tal relación la inhabilitara para ejercer funciones públicas y como si el ser hija de un hombre como Jesús Vásquez Martínez fuera una mancha y no algo de lo que ella tiene razón para sentirse orgullosa. Yo he defendido al hermano Chu porque lo conozco de sus orígenes y desde la relación de amistad que comenzaron los padres de ambos allá en Nagua.

Pero lo más importante es que Elena, fuera del ámbito familiar y la relación con su amantísimo padre, es nada más y nada menos que la doctora en Derecho María Elena Vásquez Taveras, ciudadana de la República en pleno ejercicio de todos sus derechos, letrada por varios años del Tribunal Constitucional, con tres maestrías en Derecho Constitucional, directora de la escuela de esa misma materia en el referido tribunal.

Así, junto al ejercicio práctico de su carrera, se trata de una profesional con un brillante ejercicio de alta academia y eso, entre otros pormenores y credenciales propias, sobrepasa con mucho la mera condición de ser la hija de Chu. Más aún.

Ella se ha consagrado a su profesión, ha perfeccionado su clara inteligencia y su ejercicio y junto a esto, ha sido una militante activa de las causas sociales y democráticas de su pueblo.

Y como no tengo duda de sus principios, su sentido del compromiso y su indiscutible competencia, doy la cara por ella y la respaldo en la plena seguridad de que mañana no tendré motivo alguno para arrepentirme. Por el contrario, estoy seguro de que con su elección en la dirección de Pro Competencia, el país, el Gobierno y la sociedad saldrán altamente gananciosos.