¿Por qué hacer mal lo que podemos hacer bien? Buena pregunta, para la cual no encuentro una respuesta satisfactoria, a pesar de que vivimos en un país donde tanta gente se empeña en hacer mal las cosas.
Un ejemplo vivido por mí hace pocas horas, anteanoche para ser más exacto: el avión procedente de Miami, abarrotado de gente, aterrizó a las 10:20 de la noche y los pasajeros hicimos las filas correspondientes ante los módulos de inmigración.
Pero el flujo se vio entorpecido por casi una hora porque uno de los módulos fue monopolizado por una funcionaria que se presentó con una veintena de pasaportes en mano, para hacerles su chequeo a sus pasajeros favoritos, que no hacían fila, robándoles su turno a los que sí la hacíamos.
Seguramente se trataba de canchanchanes de la funcionaria o talvez eran políticos oficialistas con ínfulas neotrujillistas, que a lo mejor disfrutaban, mientras tanto, sus buenos tragos y bocadillos en el confortable aire acondicionado del Salón de Embajadores, en contraste con el calor imperante en la sala de inmigración, en la cual habían apagado el aire.
El caso es que la gracia hizo perder el tiempo y la paciencia de los pasajeros, que solamente atinábamos a comentar: por eso estamos como estamos.
Y yo vuelvo a preguntar: ¿por qué hacer mal lo que podemos hacer bien? No lo entiendo.