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Por él: diatriba justiciera que forjó el feminismo en Chile

El día 10 de diciembre de 1945 la poeta chilena Gabriela Mistral recibió el Premio Nobel de Literatura, un hito que la consagró como la primera mujer iberoamericana y segunda persona latinoamericana en obtener tal honor. Este aniversario que en diciembre de 2025 cumplirá ochenta años, ya convoca a la intelectualidad del país a preparar un gran jubileo conmemorativo.

En foros vinculados con la celebración del nobel de Mistral, ha surgido el debate sobre el feminismo en el Chile de principios del siglo pasado y la medida en que la laureada poetisa fue precursora activa de esa corriente. Hay quienes la consideran distante del término “feminismo”, aunque se le reconoce su incansable defensa de la dignificación social y pedagógica de la mujer en Chile y toda Latinoamérica.

Ahondando en la corriente feminista de esa época, en mi opinión el vanguardismo feminista chileno no cobró cuerpo y forma en la sensibilidad poética de Gabriela Mistral. Si bien el legado social de Mistral es innegable, la vanguardia feminista de acción directa de aquella época en la lucha legal y la violencia de género encontró una pluma indomable y enérgica voz de protesta en Inés E. de Larraín.

Inés E. de Larraín impacta como figura importante del movimiento de mujeres escritoras, y miembro activo del movimiento de mujeres de elite que usaron su estatus para influir en temas sociales y educativos (Feminismo Aristocrático). Larraín se colocó en la primera fila de la lucha contra la violencia femenina por una tragedia íntima y brutal: exigir justicia para su hija Rebeca, víctima de un horrendo asesinato que sacudió como un cataclismo la sociedad chilena de aquel tiempo.

El asesinato de Rebeca Larraín Echeverría a manos de su esposo, Roberto Barceló Lira, crispó los ánimos de una sociedad que observaba con asombro los intentos de impunidad respaldados por las elites sociales y políticas. Esos hechos provocaron el empoderamiento de una madre sedienta de justicia, que alzó su voz desesperada ante Temis, la impertérrita figura de la diosa griega que simboliza la ley y la justicia.

Así, Inés E. de Larraín decidió abandonar el seudónimo de Iris, que utilizaba para firmar sus libros. “Por él”, título de su último libro, el que publica con su nombre de pila, para denunciar y acusar sin tapujos a Roberto Barceló Lira, un arquitecto de profesión, miembro de la alta sociedad chilena que, sin rubor, aspiraba salir impune por medio de influencias políticas y sociales.

El libro “Por él”, publicado en 1934, se inscribe en la tradición de la diatriba, un género que va mas allá de la simple critica. Se caracteriza por su naturaleza moralizante y justiciera. La diatriba es una forma de discurso vehemente, con raíces en la filosofía griega, empleada para la censura directa y la denuncia abierta de vicios, injusticias sociales o, como en este caso: una advertencia contra la impunidad.

Desde los textos filosóficos de Diógenes de Sinope hasta el famoso sermón de Fray Antonio de Montesinos en la Española, o la famosa carta “Yo acuso” de Émile Zola, este género ha sido una arma literaria empuñada por quienes buscan forzar la justicia ante la ley.

En las paginas iniciales de su libro (Por él –pagina 5 Impresión Universitaria 1934) Inés declara: “Somos las mujeres, los Ministros de Fe de la Naturaleza. Solo nosotras sabemos de qué sangre esta hecho el hijo y cuál es su verdadero nombre ante el mundo. Como mujer y como madre, yo soy el principal testigo del asesinato de mi hija; pese a todos los Códigos del mundo! ¡En el Código divino así está legislado!

El 23 de noviembre del 1936 Roberto Barceló Lira fue fusilado en la Penitenciaria de Santiago luego de haber sido hallado culpable de la muerte de su esposa, Rebeca Larraín Echeverría. El triunfo de Inés E. de Larraín no fue solo personal; al desafiar a la impunidad con su nombre de pila y su pluma, no solo logró una condena, sino que también sentó las bases de una conciencia feminista de acción directa en chile, demostrando que la lucha social de la mujer requería una voz enérgica sin seudónimos ni subterfugios.

“Por él” se convirtió desde su publicación en el grito fundacional de un feminismo dispuesto a enfrentar las estructuras de poder. La pena de muerte se implementó en chile a principios del siglo XIX y se derogó en el año 2001, durante el gobierno del presidente Ricardo Lagos.

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Homero Luciano

Presidente Organización Latino-Americana de Asistencia Social (OLAS).

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