“Poderoso caballero es don dinero”, estampó hace ya cinco siglos el escritor español Francisco de Quevedo y Villegas, y todavía tanto tiempo después igual ciega, subyuga y agrieta el criterio de la gente, como describía en tono satírico en su célebre poema.
La referencia viene a propósito de un negocio tachado de ilegal por la Junta Central Electoral, pero en el que se ha estado involucrando parte de la población atraída por dinero a la entrega de información biométrica, particularmente del iris.
Por la captura de esta información tan específica, o marca particular de cada individuo, un proyecto denominado WorldCoin atrae la atención de quienes han estado dispuestos a recibir un poco de dinero por un dato que todos modos sigue con ellos.
La Junta Central Electoral, sin embargo, ha intervenido y anunciado medidas frente a quienes se dedican de esta manera a recoger una información para la que no están autorizados.
Según este órgano, que además de los asuntos electorales tiene bajo su responsabilidad el Registro Civil, ninguna entidad privada está autorizada a recopilar, procesar o utilizar datos biométricos, según prescribe el artículo 58 de la Ley 4-23, Orgánica de los Actos del Estado Civil, mientras que su artículo 59 otorga carácter exclusivo a la JCE para realizar operaciones de este tipo.
Al margen de la ilegalidad en la que estarían incurriendo los que capturan datos biométricos de quienes están dispuestos a recibir algún dinero a cambio, cabe preguntarse, ¿cómo es posible que haya hoy día gente dispuesta a entregar marcas únicas para su identificación, en un tiempo en el que con un clic se accede a bastante información sobre cualquier cosa?
Quienes actúan, o actuaban, desde lugares de acceso público ofrecen dinero, pero este no lo es todo en la vida.
¿O sigue siendo tan poderoso como cuando satirizaba el notable escritor del Siglo de Oro español, que ni siquiera pensar nos deja?
Si es el caso, ¡Dios nos guarde!