Poniendo el gato a cuidar la carne

Poniendo el gato a cuidar la carne

Poniendo el gato a cuidar la carne

Rafael Chaljub Mejìa

Hay que volver sobre el tema, ya que, por lo visto, las cosas concernientes al proceso electoral van quedando cada vez más en manos de la OEA, con el inefable secretario general Luis Almagro directamente en el terreno.

Hace apenas días que el Instituto Tecnológico de Massachusetts y el periódico The Washington Post revelaron que tanto la OEA como su secretario general le escamotearon el triunfo electoral al presidente Evo Morales en Bolivia y crearon así las condiciones para que, mediante el “golpe blando”, pero con derramamiento de sangre, Morales fuera echado del poder. Precisamente lo que trataron de hacer con Nicolás Maduro en Venezuela.

La Junta Central Electoral está desde hace meses virtualmente intervenida por la embajada norteamericana; en un momento la propia embajadora pidió ser acreditada como observadora de las elecciones.

No lo ha necesitado, porque ahí están los representantes de agencias de control político estadounidenses, y ahora, con la nueva acción de Bolivia en su historial, aquí están la OEA y Almagro con sus manos metidas en la vida política del país.

Parece indispensable repetir la misma historia. La OEA fue creada en los tiempos en que se crearon el FMI y la CIA, y se suscribieron numerosos tratados militares, como parte de los instrumentos de la política de control con los que Estados Unidos entró de lleno en la Guerra Fría.

Y dentro de esa estrategia, la OEA tiene su historia y nuestro país debiera guardarla en su memoria, especialmente su papel en 1965, cuando prestó su nombre para legalizar una invasión militar que ya se había consumado, aunque para eso hizo una asamblea en la cual el voto decisivo fue el del canciller del gobierno del Triunvirato que ya no existía.

Y luego, ha jugado papeles parecidos en cada coyuntura importante de la vida nacional. Ahora nos visita de nuevo, con la penosa circunstancia de que muchos políticos dominicanos dicen confiar en ella y reclaman su presencia. Como quien pone el gato a cuidar la carne.

Vaya el respeto debido a quienes así piensan. Mientras, con toda su experiencia en manipulación electoral, aquí la tenemos. Y, si de algo vale, lo menos que uno puede hacer es advertir los riesgos y llamar al alerta porque por donde quiera que pasa, la OEA deja las consecuencias que los pueblos latinoamericanos conocen desde hace mucho tiempo.



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