El desorden suele dañar a la mayoría, pero genera ganancia a unos pocos que se resisten y logran convencer de que les apoyen hasta a las víctimas.
Por ejemplo, directivos de la Asociación Dominicana de Profesores movilizan a maestros para que no se ejecute una ordenanza que permite que estos puedan llegar a las máximas posiciones por su capacidad y no por la cuña política como ocurre ahora.
¿Cuántos maestros de los que les están haciendo coro a esos directivos llegarán a ser directores regionales con el actual estado de cosas?
Igual pasa ahora en el Ministerio de Salud Pública, que ha levantado un avispero por decidir que en caso de muertes maternas que hayan sido evitables se sancionará a los responsables.
¿No luce eso ser lo más justo y correcto? Las clínicas privadas y la directiva del gremio médico levantaron su voz de protesta. ¿Será que quieren que no haya consecuencias para quien por negligencia provoque una muerte?
Así siguen los ejemplos.
Si la sociedad no apoya de manera militante a quienes deciden poner las cosas en orden, estarán incentivando que otros prefieran dejarlas como están para evitar problemas.