Los principales líderes políticos no sólo muestran a la población sus ideas acerca de la buena administración del Estado, o la mala opinión sobre el gobernante de turno y las realizaciones con las que esperan sacar a los pobres del hoyo y adecentar la política, también dejan ver la solidaridad cuando a uno de sus competidores les ocurre un percance o tienen que pasar por una vía dolorosa.
Ha ocurrido ahora, al conocerse la información del deceso de la madre de Abel Martínez Durán, señora Mélida Durán, hecho ocurrido el fin de semana. La competencia por la preferencia del electorado, la promoción de las ideas y los planes a concretar desde las posiciones electivas son parte de un quehacer puesto en práctica durante tanto tiempo que los parciales de partidos, organizaciones y agrupaciones deberían ya de estar claros en que esta debe ser una competencia sana.
Precedentes
En esta ocasión ha ocurrido con la muerte de la madre de Abel Martínez, pero lo hemos visto cuando murió la madre del expresidente Leonel Fernández, con ocasión de la muerte de la esposa del expresidente Hipólito Mejía y, recientemente, al saberse de los padecimientos de salud del expresidente Danilo Medina.
La lección luce sencilla, pero no siempre parece que haya sido entendida con claridad: la competencia política no puede hacerse al precio de la pérdida de lo humano. Y si arriba, en los altos niveles de la política partidista se abrazan y son solidarios, ¿por qué no puede ser igual en las bases?