La Policía Nacional podrá tener un buen cuerpo de investigación del crimen, como en efecto lo tiene, y que en sentido general suele ser efectivo, pero su mayor rol es el de prevención y protección al ciudadano.
Los mayores recursos humanos y económicos de la Policía Nacional están concentrados en lo que ellos le llaman “Policía Preventiva”, que es la llamada a patrullar y tener presencia.
La “Policía Preventiva” tiene la responsabilidad de proteger al ciudadano y sus propiedades; evitar la comisión de los crímenes. En otras palabras, sobre sus hombros descansa la construcción de la sensación de seguridad de las personas.
De cuando en vez se incrementa la presencia policial entre la población, pero nunca eso ha sido constante. La práctica ha sido dar golpes de efecto con la concentración de agentes en labores de patrullaje y se van diluyendo hasta que al cabo de poco tiempo el país vuelve a sentir una presencia mínima.
El esclarecimiento de los crímenes y delitos cometidos ayuda a generar la sensación de justicia en la población, pero la sensación de seguridad lo da la eficaz labor de la parte preventiva de la Policía.
Hay que añadir que esa presencia policial en la prevención del delito será posible con agentes en cantidades adecuadas, con la disponibilidad de un mínimo de equipos y que los agentes se comporten con decoro y honestidad.
Estas dos últimas virtudes, decoro y honestidad, se debe desparramar como agua desde la cúpula para que pueda empapar a toda la estructura.
El presidente Luis Abinader ha dado muestra de su compromiso con una reforma que le permita al país tener una Policía confiable y eficiente, que lleve confianza a la población y le devuelva la sensación de seguridad.
Para lograrlo debe velar porque la cúpula vaya acorde con esos objetivos y que trabaje en esa dirección, algo indispensable para lograr agentes con los que el ciudadano se sienta confiado.
