El parto sigue siendo un asunto obstinadamente mortal en Mozambique, la excolonia portuguesa y otros 74 países en desarrollo, lo cual erosiona su capital humano y mantiene a miles de millones de personas atrapadas en un ciclo de pobreza que, según un nuevo proyecto financiado por Naciones Unidas, puede revertirse con un gasto de apenas 1 dólar diario por persona más en salud.
“Deberíamos juzgar el avance de la humanidad y el avance en cualquier sociedad o país por la forma en que tratan a sus mujeres y niños”, dijo en una entrevista Margaret Chan, directora general de la Organización Mundial de la Salud. “Han quedado rezagados en los últimos 20 a 30 años de desarrollo. Deberíamos prestarles una atención especial”.
Las niñas y las mujeres son un pilar de la salud de la población, según la OMS con sede en Ginebra. Las mujeres desnutridas durante la infancia, adolescencia y sobre todo el embarazo tienen más probabilidades de dar a luz hijos prematuros o pequeños al nacer. Los bebés con bajo peso al nacer, a su vez, corren más adelante en la vida un mayor riesgo de diabetes de tipo 2, infarto y otras enfermedades crónicas que matan a los sostenes de familias y resultan costosas de tratar.
“Si no nos ocupamos de todos estos problemas, volverán a acosarnos”, dijo Chan. “El sistema de salud en muchos países se volverá insolvente”.
El año pasado, 289,000 mujeres murieron en el parto y aproximadamente 1 millón de recién nacidos no sobrevivieron al primer día debido a la falta de atención calificada y de buena calidad en el área de maternidad. Su difícil situación está atrayendo la atención en tanto faltan apenas 500 días para que el mundo cumpla con los Objetivos de Desarrollo del Milenio previstos para mejorar la salud y el bienestar de los habitantes más vulnerables del mundo.
Los objetivos con menos probabilidades de cumplirse son una reducción de dos tercios en la mortalidad infantil desde los niveles de 1990 y una disminución de 75 por ciento en la tasa de mujeres que mueren en el parto.
“El día del parto es el día más peligroso de la vida”, dijo Joy Lawn, directora del Centro de Salud Materna, Adolescente, Reproductiva e Infantil en la Escuela de Higiene y Medicina Tropical en Londres.
“La mayoría de estas muertes pueden evitarse con abordajes simples, pero es fundamental la idea de urgencia”.
El parto en el hospital de Chokwe el mes pasado tomó por sorpresa a las dos enfermeras que estaban ocupadas explicando su internación a la paciente con hemorragia. Esa mujer había estado a punto de morir desangrada después de dar a luz a su varón de 8 libras (3,360 kilos), nacido muerto en una clínica de una aldea a unos 50 kilómetros de distancia.
Apenas unos minutos antes, la mujer en la cama de al lado junto a la ventana acababa de terminar una llamada por su teléfono móvil. El cuello del útero, que habían revisado menos de 20 minutos antes, presentaba una dilatación de apenas 2 pulgadas, dijo posteriormente una enfermera.
“¡Parto!” gritó una de las enfermeras en portugués cuando un ruido de derrame y un leve gemido señalaron el nacimiento. La madre había dejado caer sus rodillas flexionadas y permanecía recostada inmóvil. Cuando las enfermeras extrajeron al bebé de la capulana de la madre después de haber pasado minutos cruciales preparando una batea con algodón y una inyección de oxitocina, era evidente que no respiraba.