¡Pobre Paulo III!

¡Pobre Paulo III!

¡Pobre Paulo III!

Dr. Rafael Molina Morillo, director de El Día.

Si el papa Paulo III se hubiera imaginado en lo que iba a degenerar su bula In Apostolatus Culmine, emitida allá por el año 1538, de seguro que no la habría firmado.

Como se dice ahora, “sus huesos estarían revolcándose en su tumba”, arrepentido él, de haber conferido, mediante la famosa bula, el mérito de ser la universidad más antigua de América a la que hoy se conoce como Universidad Autónoma de Santo Domingo, o UASD.

Me duele referirme así a la que debería ser la más prestigiosa casa de estudios del país, cuando no del continente, porque yo mismo soy un producto de ella, graduado en 1953. Pero la verdad sea dicha: con el paso del tiempo, la UASD crece en tamaño y en presupuesto, pero se disminuye en calidad de la enseñanza, de los valores y del respeto a la dignidad humana.

Los degradantes espectáculos que cíclicamente se escenifican en la UASD y la tímida respuesta que estos encuentran de sus autoridades llenan de vergüenza y oprobio a todos los que de veras amamos a la centenaria universidad.

Firmeza en sus decisiones, severidad en sus castigos, exigencia a sus profesores y dedicación en sus estudiantes son solo algunas de las primeras medidas que hay que adoptar en la pobre UASD.

Mientras se siga con paños tibios y actitudes blandengues, el infortunado papa Paulo II seguirá expiando su error en el Purgatorio.



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