
Cayo Tula, Montecristi.-Mientras en el aire cientos de Anous Stolidus y Sterna Fuscata, conocidos como bubíes, movían sus alas en forma de una danza de sincronizada corografía; en tierra, otros anidaban o cuidaban celosamente de sus pichones en este hermoso refugio de vida silvestre.
Moverse en el lugar no resulta una tarea fácil, debido a la gran cantidad de huevos esparcidos entre los bajos arbustos o en el suelo, casi siempre sin nido. Cada hembra coloca un solo huevo, al que se dedica con esmero.
El espectáculo, que tiene como testigos a un océano Atlántico que acaricia la fina arena de los cayos los Siete Hermanos y a pescadores artesanales que se ganan el sustento día y noche, deleita la vida de cualquier mortal que lo observe desde el interior del islote.
Pescadores aseguran nunca haber visto tantos bubíes juntos, ave que migra cada año, entre abril y septiembre, a esta parte del mundo para alimentación y anidamiento.
Una vez que sus pichones se han convertido en adultos, las familias emprenden vuelvo hacia el norte hasta el año siguiente cuando inician nuevamente el ciclo.
Los miembros de comisión del Ministerio de Medio Ambiente y Recursos Naturales que visitó el lugar, encabezada por su titular, Bautista Rojas Gómez, no vacilan en coincidir sobre las razones del incremento de la población de esa especie: la vigilancia y el cuidado permanente de esa área protegida marítima.
Amenaza
El llamativo espectáculo que ofrecen los bubíes contrasta con las amenazas a que están expuestos, del hombre y de animales, que incursionan o viven en el lugar.
Sigue vigente, sin embargo, el Decreto 432-87, que prohíbe la cacería, recolección de nidos, huevos y plumaje de las aves silvestres, como una medida precautoria para impedir su extinción.
La principal proviene de haitianos y dominicanos quienes, furtivamente, de tiempo en tiempo, han hecho incursiones nocturnas a los islotes, convocados por la leyenda de que sus huevos tienen poderes afrodisíacos, por lo que la recolección en grandes cantidades pone en riesgo las poblaciones de estas aves.
Hace más de una década fue establecido el proyecto denominado “Salvemos al bubí”, que buscaba preservar esta ave. El mismo incluía, además de supervisión y monitoreo, acciones para la reducción de los saqueos, así como la cuantificación de los nidos y de los bubíes existentes en el Parque Nacional de Montecristi.
Aunque esa iniciativa hoy no se menciona, sí funciona el nivel de vigilancia, al punto de que el Ministerio de Medio Ambiente y Recursos Naturales cuenta con tres embarcaciones cuyo personal vigila permanentemente la zona.
Otra amenaza la representan los gatos y la ratas que habitan el lugar, pero menos agresiva que la del hombre.
Visitación
La comisión del Ministerio de Medio Ambiente y Recursos Naturales que estuvo conformada, además de Rojas Gómez, por los viceministros Idalia Acevedo y Ángel Daneris Santana, de Costeros y Marinos y de Áreas Protegidas y Biodiversidad, respectivamente; coincide en que hay que abrir el lugar a la visitación controlada del público durante la temporada de anidación de bubíes.
Argumenta que de nada sirve tener ese recurso natural sin que pueda ser apreciado por el pueblo dominicano. Observa que lo único que hay que tomar en cuenta que se haga en base a una supervisión estricta que permita la interrelación entre humano y naturaleza.