El Día 
El tiempo que transcurre desde el pasado mes de mayo hasta el 16 de agosto ya lo asumió la sociedad dominicana como un periodo de transición, y empieza a ver, de manera natural, el traspaso de algunos problemas irresolutos a las autoridades que nos gobernarán.
Citemos cuatro, para no hacer muy larga la herencia que se deja: la delincuencia, la reestructuración de la Policía Nacional, el auge del narcotráfico y el déficit de la energía eléctrica.
Nos quedamos con estos. Eso no significa de ningún modo que los presentamos en un orden de prioridad. Son los problemas que todavía hoy acogotan a la sociedad dominicana; y de no verse una solución a corto y mediano plazo se estará comprometiendo el desarrollo y la confianza regional de que goza el país.
Se trata, a su vez, de problemas que entrampan la solución de otros, como son convertir la República Dominicana en un país idóneo para las inversiones, tanto de empresarios nacionales como extranjeros. Eso, a su vez, incide en la mucha o poca confiabilidad que podamos tener, en un momento determinado, como destino turístico en la región del Caribe.
De manera que la sociedad dominicana ve de múltiples formas el periodo que vivimos. Para muchos será la oportunidad (con los informes en manos de las autoridades entrantes) de conocer, estudiar y presentar cuanto antes soluciones nuevas y efectivas a viejos problemas que, si bien fueron enfrentados por gobiernos anteriores, no fueron aplicadas de manera eficaz y efectivas.
