A raíz del anuncio del inicio del primer hotel en altura en Macao, zona que forma parte del nódulo de desarrollo turístico denominado Bávaro – Punta Cana, diferentes sectores del país se han manifestado a favor y en contra de esta medida.
Por un lado se justifica el hecho sobre la base de que este hotel estará situado a 500 metros de la pleamar y que ocupará solo un 5% del área total del terreno.
De igual forma, se plantea que dicho proyecto, contrario a otras desafortunadas intervenciones en la zona, tendrá un total respeto a los manglares, los cuales no serían tocados.
Desde la otra campana, y viniendo de los sectores que han sido los protagonistas del desarrollo de esta zona, en la que 30 años atrás no existía nada, surge la preocupación de porqué cambiar un modelo hasta ahora exitoso, amigable y a tono con el espacio natural, que en su momento limitó el desarrollo a no más de cuatro niveles.
Sabemos que los acuíferos de la zona que suministran el vital líquido para el polo turístico no son suficientes para la demanda proyectada y que un crecimiento de la misma, sin la explotación de nuevos acuíferos y sus respectivos acueductos, sería una acción de alto riesgo.
Hoy, la prioridad es llegar a los 10 millones de turistas y la variable que aparenta tener más peso para lograrlo es la de la rentabilidad de los promotores turísticos, que si bien están en todo su derecho para crear riquezas, están dejando de lado la sostenibilidad como elemento primordial para garantizar un futuro promisorio.
Estamos siendo testigos de una nueva página en la historia del desarrollo de nuestra industria sin chimeneas, en la que las supraestructuras anteceden a las infraestructuras necesarias para su desarrollo. En tal sentido, estamos siendo testigos de una planificación a la inversa.
El presente es un resumen de la exposición al respecto de nuestro reputado arquitecto Guaroa Noboa.