Una vez un banquero extranjero comentó a un grupo de periodistas que le impresionaba escuchar a dominicanos hablar sobre las condiciones de su país, cuando desde el extranjero se le veía como una robusta economía con un gran dinamismo.
En medio de la actual crisis global hasta el Fondo Monetario Internacional ha elogiado la forma en que República Dominicana se ha manejado y se ha administrado por la resiliencia de la economía dominicana.
Muchas de las medidas adoptadas por las autoridades económicas dominicanas han servido de parámetro para otros países, como el subsidio a los fertilizantes para contrarrestar en parte los altos costos de la producción agropecuaria.
Algo parecido ocurre con la medida de eliminar de manera provisional los aranceles a productos alimenticios.
Varios países la han copiado e incluso el Programa Mundial de Alimentos (PMA), de las Naciones Unidas, proclamó su respaldo a que se eliminen las trabas arancelarias al comercio de los alimentos para que se produzca un intercambio más fluido y se eviten escasez y hambrunas como consecuencias colaterales de pandemia y guerra.
El pesimismo propio de la cultura dominicana impide ver que un vaso que pudo haberse roto se mantuvo entero y, además, sigue medio lleno.
La economía dominicana ha logrado resistir la crisis, pero requiere que se sigan tomando medidas para no sucumbir, porque el mundo mismo está al borde del colapso.
