Pepe Mujica no es poesía política

Pepe Mujica no es poesía política

Pepe Mujica no es poesía política

Carlos Salcedo.

Esta semana estuvo en nuestro país don Pepe Mujica, ex presidente de Uruguay. Participó en conferencias, charlas, encuentros con la prensa y con el Presidente de la República y recibió un doctorado “honoris causa” de la UASD.

Don Pepe es ya un símbolo mundial de sencillez, humildad, austeridad, honradez, transparencia y compromiso con un mundo más justo. Posee una clara visión del ejercicio del poder en forma discursiva, pues procura la legitimación a través de su lucha a favor de la igualdad y la eliminación de la pobreza y la discriminación.

Sus aportes a la democracia son notorios. Solía pensar que sólo había guerras nobles. Ya no lo cree.
Entiende que la única forma de resolución de conflictos es la negociación y que la peor negociación es mejor que la mejor guerra y la única manera de asegurar la paz es cultivar la tolerancia.

Sus mensajes de respeto a los derechos, humanización de la economía, redistribución de las riquezas y su visión innovadora y auténtica han impactado en un mundo que busca soluciones nuevas e ideas innovadoras para resolver sus problemas institucionales, sociales y económicos.

Creo que Mujica pretende que se produzcan cambios significativos en el mundo que traigan como consecuencia el incremento de la fuerza social, la disminución del poder individual, las distorsiones de un poder arbitrario, negador de la igualdad, lejano a las necesidades reales de la población.

Don Pepe Mujica lucha por superar la dicotomía que plantea el crecimiento espectacular experimentado por la ciencia y la vida humana en nuestros días en contraposición con el terrible fenómeno de la desmoralización radical de la humanidad.

Pepe no es poesía política. Lleva el más potente mensaje de transformación de la esterilidad intelectual, ideológica, moral y política; de la ascendencia material y social a costa del poder distorsionado.

Cree en el poder transformador, el que busca el bien común y no el enriquecimiento propio a costa del poder político.

Como Bolívar, Gandhi y Mandela, Don Pepe es un político no formulista, ni huero como los griegos de la decadencia, los de la historia bizantina y los que han hecho de la política un instrumento de mero ascenso personal. Mujica es un faro de luz.



Etiquetas