¿Peor que antes?

¿Peor que antes?

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Es cada vez más generalizada la convicción de que, cuando la llamada Asamblea Revisora termine su trabajo, tendremos una Constitución más mala que la anterior.
Nadie discute que la Constitución vigente está plagada de defectos y conceptos obsoletos, y que, en consecuencia, pedía a gritos una reforma. Pero el remedio está saliendo más caro que la enfermedad.
Lo que están haciendo los legisladores es un verdadero tollo jurídico, en parte por ignorancia, pero en otra medida, sin duda alguna, por sombríos intereses claramente visibles. También los hay capaces y serios –justo es decirlo-, pero esos son los menos entre los asambleístas, y sus posiciones raras veces son tomadas en cuenta por las mayorías mecánicas y apandilladas.
Para colmo, los dos principales líderes políticos del momento, Leonel y Miguel, se  pusieron de acuerdo para instruir a los legisladores de sus respectivos partidos en torno a la forma en que deben votar sobre los asuntos más controversiales de la nueva “Ley de Leyes”, prestando oídos sordos a las voces sensatas, sabias y prudentes de la sociedad.
Me atrevo a pronosticar que la nueva Constitución tendrá una corta vida. La realidad social chocará inevitablemente, muchas veces, contra este montón de chatarras jurídicas que, consciente o inconscientemente, está poniendo en el camino la llamada Asamblea Revisora.



El Día

Periódico independiente.

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