Pensiones y el Estado

Pensiones y el Estado

Pensiones y el Estado

Claudio Caamaño Vélez.

La Constitución Dominicana, en su artículo 60, establece que: “Toda persona tiene derecho a la seguridad social. El Estado estimulará el desarrollo progresivo de la seguridad social para asegurar el acceso universal a una adecuada protección en la enfermedad, discapacidad, desocupación y la vejez”.

Sin embargo, dentro de la lógica neoliberal, el Estado ha ido poniendo sus responsabilidades en manos de las personas: “que cada quién se arrasque con sus uñas”. Así es el caso de las pensiones.

La primera injusticia es que las personas recibirán su pensión en base a lo que tengan acumulado. Eso hace que los ciudadanos sean lesionados por la inflación y la devaluación de la moneda.

¿A cómo estaba el dólar hace 30 años? ¿Cuánto costaba una libra de arroz hace 30 años? Imagínense lo mucho que se va a devaluar el dinero que usted está “guardando” en su Fondo de Pensiones. Y si hay una crisis económica, ya usted sabe. Así, por ejemplo, usted podría terminar su vida laboral con tres millones de pesos en su fondo, pero cuando viene a ver dentro de 20 o 30 años ese dinero no le da ni para comprar la caja cuando se muera de hambre.

La otra injusticia es la exclusión de los trabajadores independientes (abogados, médicos, ingenieros, etc.), y los informales (motoconchos, choferes de carros públicos, chiriperos, etc.), que son el 60 % de la fuerza laboral. No “cotizan” pero pagan impuestos, y por ende el Estado tiene una responsabilidad frente a ellos.

Les cobra impuestos (directos o indirectos) pero cuando ya no pueden seguir produciendo les abandona a su suerte.

El Estado tiene la obligación de garantizar la seguridad social. No podemos estar con la lógica de que: de los niños que se encarguen sus padres, de los viejos que se encarguen sus hijos, y el Estado sólo se encarga del que trabaja… Se encarga de cobrarle. Tenemos un sistema de seguridad social injusto, inhumano y despiadado.

Las AFP’s y ARS’s privadas no deberían existir. Pero ¿quién le pone el cascabel al gato? Mientras el poder político esté sometido a los intereses del poder económico, va a ser difícil que las grandes mayorías reciban lo que les corresponde.