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Peligro de la kakistocracia en tiempos de crisis

Los griegos llevan más de tres siglos utilizando el término kakistocracia, pero es en la actual centuria cuando otras sociedades lo han incorporado a nivel mediático, para referirse a la situación en que un partido político o grupo con intereses comunes domina estamentos de poder político, colocando en puestos claves a incapaces, carentes de los conocimientos y habilidades para el ejercicio pleno de sus funciones.

Lo anterior conduce, generalmente, al fracaso de una determinada gestión gubermental, incrementando los niveles de pobreza y sembrando el desasosiego permanente en los segmentos poblacionales más vulnerables.

En la República Dominicana no se puede aún hablar de kakistocracia, dado el hecho de que el gobierno del Partido Revolucionario Moderno (PRM), encabezado por el presidente Luis Abinader, apenas comienza el período constitucional 2020-2024. Aun así, no deja de preocupar el hecho de que se le cuentan varios errores en la conducción del Estado, que han llamado la atención porque el país vive una profunda crisis económica, derivada de la sanitaria provocada por el Covid-19.

En condiciones normales, hubieran pasado como cuestiones irrelevantes las pretensiones de modificar una ley con el simple objetivo de designar en un alto cargo a una persona determinada y el hecho de destituir a más de una veintena de embajadores, sin ni siquiera nombrar a sus sustitutos.

Las crisis surgen por diversos motivos y disímiles escenarios, pero sobre todo debido a la vulnerabilidad de un Estado u organización, incapacidad para anticiparse, fallas en procesos de planificación estratégica, situaciones de adversidad y hostilidad. Una vez ocurren, alertan a la opinión pública y se produce prioridad informativa por parte de los medios de comunicación.

Ante un futuro incierto para la economía dominicana, el Gobierno debe trabajar las toma de decisiones concienzudas y reflexionadas, la información es la materia prima esencial, puesto que permite tomar medidas eficaces, a fin de dar respuestas rápidas, evaluar los daños y necesidades, facilitar la coordinación, garantizar la credibilidad pública; así como sistematizar las lecciones aprendidas respecto al Covid-19.

Muchas veces, cuando los errores son frecuentes, ocurren situaciones de hostilidad mediática que acorralan a los gobiernos. El principal desafío en una crisis, de la dimensión de la actual, radica en la vuelta a la normalidad, asegurando la tranquilidad de los potenciales afectados.

La administración de Abinader debería estar clara en que la mejor forma de prevenir una crisis, consiste en hacer las cosas bien desde el inicio. En cada caso en que se hagan los correctivos necesarios, en la medida que se escuchan las quejas, críticas o consejos de los sectores sociales, siempre se podrá reencausar el camino.

El joven gobierno ha de estar atento a la detección de señales, sondear, escuchar y examinar de forma permanente; hacer todo lo posible para evitar la profundización de la actual situación. También, disponer de las herramientas para gestionarla adecuadamente, intentar que no afecte a partes no contaminadas, aplicar programas de reanudación de la actividad en las nuevas circunstancias y examinar las lecciones críticas aprendidas de las experiencias vividas.

La idea de convocar y reunirse con el liderato político para el abordaje de la problemática nacional ha sido buena, pero no suficiente. Hay que actuar con prudencia e inteligencia en el camino de enrumbar la economía dominicana hacia puerto seguro.

No hay espacio para la kakistocracia, debido a que hoy en día constituye un peligro en tiempos de crisis, porque, incluso, pone en juego la propia gobernabilidad democrática.

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Periodista, catedrático universitario.

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