¡Peligro!

¡Peligro!

¡Peligro!

Antes de terminar su mandato, el presidente Leonel Fernández creó por decreto una comisión de diez expertos  con el encargo de elaborar uno o más anteproyectos de leyes para garantizar y regular la libertad de expresión en todas sus formas.

La citada comisión, que yo me honro en haber presidido, trabajó arduamente durante largos meses hasta finalmente entregar al Mandatario cinco anteproyectos, con el objeto de que él y su equipo los examinasen y, si lo tenían a bien, los sometieran a consideración del Congreso Nacional para convertirlos en leyes.

En caso de algún desacuerdo conceptual, como es natural, el Presidente quedaba en libertad de manifestarlo.

Extrañamente, no ocurrió ni una cosa ni otra. Aparentemente el tiempo se le acabó a Leonel Fernández y no pudo presentar sus proyectos al Congreso. Supongo que éstos reposan en algún lugar de la Consultoría Jurídica de la Presidencia.

Mientras tanto, ha llegado a las Cámaras Legislativas otro proyecto para modificar el Código Penal que introduce increíbles cláusulas que ponen en grave peligro la libertad de expresión, lo que equivale a decir en grave peligro a la democracia misma.

Los artículos del 191 al 198 del citado proyecto de Código Penal, referentes a la difamación y la injuria, son un himno al desconocimiento de las modernas tendencias que imperan en el mundo, para despenalizar tales delitos, o sea castigarlos solamente con multas y nunca con privación de libertad, porque ello entrañaría que mucha gente, periodistas o no, no se atreverían a criticar, acusar, investigar o desenmascarar a funcionarios públicos, por temor a ir a la cárcel aún teniendo razón.

Impone, además, una serie de restricciones inadmisibles que, en algunos casos, podrían conducir a que, por ejemplo, no se pueda llamar “dictador” a un jefe de Estado de una nación amiga.

Este espacio es muy corto y me limita mucho para señalar, uno por uno, los fallos y contradicciones de este propuesto Código Penal en materia de libertad de prensa.

Lo mejor que podrían hacer nuestros diputados, a estas alturas, sería llamar a vistas públicas para airear el tema y buscar una salida inteligente y a tono con los nuevos tiempos.



El Día

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