Para mí, las peleas de gallos siempre han sido la máxima expresión de crueldad y salvajismo.
Pero los galleros dominicanos las defienden con el argumento de que se trata de una tradición de 500 años.
La esclavitud también duró siglos antes de ser abolida en el mundo civilizado, y no por eso dejó de ser una perversidad.
El tema viene a cuento porque en el Congreso se discute un proyecto de ley sobre la protección de los animales y los galleros dicen que está bien, pero que les dejen a ellos seguir poniendo a los gallos a matarse unos a otros.
Otros sostienen que la lidia de gallos es un deporte, pero a estos no se les ha ocurrido nunca pelearse entre sí hasta que el perdedor deje su vida en la arena, mientras los que están en las gradas hacen sus apuestas y se emborrachen a más no poder.
¿Tendrán nuestros legisladores suficiente valor para enfrentar a los poderosos galleros del patio y prohibirles el sanguinario pasatiempo? Lo dudo mucho.