Paz en Colombia, un gol político para Cuba

Paz en Colombia, un gol político para Cuba

Paz en Colombia, un gol político para Cuba

COLOMBIA-PAZ Castro Cuba

LA HABANA.– Cuando la izquierda latinoamericana retrocede, Cuba revalidó su presencia internacional al ser sede y garante de las fructíferas conversaciones de paz de Colombia para poner fin a un conflicto bélico bajo el foco mundial.

«Ser anfitrión de las conversaciones de las FARC es un camino justo sin costo para mostrar al mundo que Cuba todavía puede y quiere jugar un papel global», dijo a la AFP Paul W Hare, ex embajador británico en Cuba, profesor de la Universidad de Boston.

La foto del estrechón de manos entre el presidente colombiano Juan Manuel Santos y el jefe guerrillero Timoléon Jiménez (Timochenko), con el presidente cubano Raúl Castro en el centro, los tres de simbólicas camisas blancas, ocupó vastos espacios mediáticos el jueves y el viernes.

Santos y Timochenko sellaron el jueves en La Habana importantes acuerdos sobre el cese al fuego definitivo, dejación de armas y ratificación del acuerdo final, los más espinosos que restaban para un pacto final.

Esos textos coronan tres años y medio de negociaciones en Cuba entre el gobierno de Santos y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), iniciadas en noviembre de 2012.

Adiós a las armas
Santuario de insurgentes en los años 60-70, La Habana devino aliada de gobiernos «progresistas» en el nuevo siglo, como Venezuela, Bolivia, Argentina y Ecuador, dejando atrás el apoyo a «la vía armada».

La llegada al poder de Hugo Chávez en Venezuela, en 1999, abrió una época de ascenso de la izquierda regional, que comenzó a declinar con su muerte, en 2013.

Venezuela está en una crisis profunda, en Argentina hay actualmente un gobierno de centroderecha tras la derrota del kirchnerismo, Evo Morales perdió un referendo en Bolivia para poder postular a una nueva reelección, y Ecuador se apresta para el relevo de Rafael Correa.

«Da la impresión que Cuba está jugando ahora un papel crucial en las políticas regionales, precisamente cuando la izquierda en muchas partes de Sudamérica está perdiendo apoyo o se encuentra en declive», dijo a la AFP Michael Shifter, presidente de Diálogo Interamericano.

«La vieja camaradería revolucionaria»
Como Cuba, Noruega fue garante del proceso de paz en Colombia, y Venezuela y Chile acompañantes, pero La Habana fue el «lugar lógico para llevar a cabo las negociaciones», dijo Shifter.

Ser sede de esas pláticas «también refleja la vieja camaradería revolucionaria con la izquierda, que Cuba promueve», dice Hare.

Sin embargo, las FARC no es una «vieja camarada» de Cuba, que siempre se identificó más con el «guevarista» Ejército de Liberación Nacional (ELN), que negocia con Santos en Ecuador, y con el ya desaparecido M-19.

Entre el líder cubano Fidel Castro y el dirigente histórico de las FARC Manuel Marulanda Vélez (1930-2008) hubo igualmente diferencias, que marcaron una amistad distanciada.

En 2008, Fidel escribió que su «desacuerdo con la concepción de Marulanda se fundamenta en la experiencia vivida, no como teórico sino como político». Aún así, La Habana apareció como el lugar idóneo por haber jugado también un papel mediador entre insurgentes y gobiernos colombianos en ocasiones anteriores.