Participemos

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Rafael Chaljub Mejìa

Vuelve el debate acerca de las propuestas de reformas económicas, políticas e institucionales que promueve el Gobierno y que afectarán, sin duda alguna, la vida nacional.

Ojalá el progresismo, como se dice ahora, comprenda su deber de participar en ese debate y, como lo hizo el Frente Amplio el pasado domingo, exponga sus opiniones en favor de que cada reforma se aplique en el mejor sentido para la mayoría.

La derecha, la oligarquía, no se ausenta, tiene sus cuadros que no desperdician oportunidad de hacer sentir su influencia en los poderes públicos para que cada medida vaya en su beneficio.

Aunque las propuestas presidenciales no han sido formalmente presentadas, se sobreentiende que abarcarán asuntos tan importantes como los de la reelección presidencial y la ley del referendo aprobatorio, para citar solo dos casos. Eso tiende a definir el marco jurídico en que las fuerzas políticas van a desenvolverse.

Esa es la realidad y no vale pretender evadirla, cuando el deber consiste siempre en intervenir y luchar por conquistar el más amplio espacio democrático posible.

Algunos se ausentan bajo el pretexto de que un sistema injusto y fraudulento como el actual no se reforma, sino que se destruye para crear una institucionalidad nueva.

Pero ocurre que esa gran obra es la tarea histórica de la revolución democrática nacional ya triunfante y consumada.

Los objetivos supremos son irrenunciables. Pero hoy, en un momento no revolucionario, de lo que se trata es de la política del día, de “la lucha cotidiana y gris”, de lograr avances y defender conquistas precisas, de avanzar paso a paso en la brega por la democratización de la vida nacional, como parte de una transición histórica que nos acerque a esos objetivos finales, a los cuales hoy es imposible llegar de golpe.

El ausentismo, más que un absurdo es una irresponsabilidad. Ejemplo. Existe la amenaza de que una reforma laboral elimine la conquista de la cesantía.

Que alguien me diga si es revolucionario el quedarse pasivo y dejar que el gran empresariado se la arrebate a los obreros, bajo el pretexto de que lo que hay que hacer es derrocar el capitalismo y establecer el socialismo.

Participemos en el debate actual. Ahí están los recursos de la comunicación, desde los cuales se pueden hacer demandas, impugnaciones y propuestas.

La constituyente, las tres causales, el referendo revocatorio, la seguridad social. Si no se aceptan, les vamos haciendo buena opinión y prestigiándolas, y ya eso es ganancia.