Pareja de agentes cita contrastes entre el tránsito en RD y España
Madrid, España.- Gerardo Espinosa y Francisca Méndez, una pareja dominico –española contrajeron matrimonio ecuménico hace 30 años tras conocerse en la venta de libros, siendo socios en un círculo de lectura. Ninguno imaginó que a partir de los 16 años de relación llevarían una “vida cruzada”, velando en ambos casos porque aquí se cumplan las leyes del tránsito.
Él es agente de Movilidad de Madrid, donde llegó a los dos años de nacido, y ella oriunda de –Alcalá pertenece al Servicio de Estacionamiento Regulado (SER). Uno y otro, visitaron por vez primera Santo Domingo hace 14 años, poco antes de involucrarse en esa labor.
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“Recuerdo a la perfección que en Santo Domingo el paso de los peatones esta entre el semáforo y los coches, que la gente no respetaba tanto las señales, y conducían con una bombona de butano en la moto e iban sin cascos dos y tres personas, todo eso aquí pasaba hace 40 años”, remembró Gerardo.
Reconoce el peligro que envuelve el tránsito de cualquier ciudad, con la diferencia de que en España quienes conducen mal, tienen que pagar muy caro del bolsillo, son atrapados por el radar y les quitan el carnet (licencia) por eso sienten pánico.
Cuenta que en Madrid las infracciones más frecuentes de transito son “saltarse (cruzar) los semáforos en rojo, aparcarse en las aceras o en doble filas, lo que genera congestión y, las multas son 200 euros, pero sí la gente los paga antes de los 20 días se las rebajan a 100 euros.
Al costo de esa infracción con frecuencia le adicionan 180 euros más en caso de ser remolcados con la grúa. Haciendo un paralelo, en Santo Domingo se registran faltas similares, con la diferencia de los conductores buscan la forma de no pagar las multas.
Funciones paralelas
Como agente de movilidad, a través de la referida entidad que cuenta con unos 600 funcionarios y gestionan el tránsito en el centro de esa metrópolis o “M30”, divididos en tres unidades Centro, Sur y Norte a la que pertenece, Gerardo dice que su labor se circunscribe a evitar que los ciudadanos no se aparquen en las aceras o áreas restringidas de descargas en comerciales.
Igual gestiona la buena circulación, presentándose donde hay “atasco” o tapón, como además hacen desvíos y cierres de calles si las situaciones lo ameritan.
Su labor difiere de los 6 mil policías municipales, en que estos tienen que supervisar lo relativo a los pasajeros y cargas que el conductor lleve en interior del vehículo, un ejemplo es sí alguien transporta un cajón con pescado, estos deben percatarse de que sea en óptimas condiciones.
Gerardo afirma que antes tenían la competencia de vigilar por ejemplo la movilidad de los taxistas, pero estos interpusieron un recurso que les quitó la autoridad de multarlos en caso de no llevar bien los pasajeros.
Francisca Méndez, en el SER controla los vehículos mal estacionados, sancionando a quienes no colocan visible el ticket y recibo del impuesto que valida el tiempo por el que pueden permanecer en determinados espacios de la vía.
“Dependiendo de donde estén, por horas, hay una zona azul que es más económica y solo pagan un euro 50 la hora y otra verde que son 3 euros, el que no pone el ticket correspondiente se le impone una sanción de 90 euros”, refiere Méndez.
Especifica que la gente compra el sticker en una máquina y su labor es controlar que no se extralimiten con el tiempo. Les colocan las sanciones en un lugar visible del vehículo al tiempo de hacérselas llegar a domicilio.
Un símil con RD
Sin percatarse de la realidad del tránsito en Santo Domingo y otras ciudades, ambos hicieron una retrospectiva del caos que persiste aquí en las vías públicas, igual o peor que hace 14 años cuando visitaron el país, al recordar que la gente se estacionaba donde quiera y las hileras vehiculares eran extensas, y en efecto se mantienen.
El entiende que el tema de la denuncias no es bien visto por la gente, sí las aceptan cuando se trata de denunciar a un tercero, en cambio sí se alegran cuando les afectan directamente.
Una de sus mayores preocupaciones en ambos casos, y que sucede aquí con los agentes de la Autoridad Metropolitana de Transporte (AMET), que le ocurre a él, es que la gente al verlo uniformado le reclaman acciones que son competencias policiales, pero en esos casos se limitan a reportarlos.
A ella le inquieta el exponerse a que cualquier persona enfada le dé un bofetón y tenga a tolerarlo, al tiempo que luchan por que su trabajo sea visto con respeto y autoridad, y no con animadversión.
Trayectorias personales
Gerardo estudio magisterio, y luego de conocer a Francisca compartieron varias experiencias de trabajos. El laboró como vendedor de publicidad por ocho años en uno de los diarios de Alcalá, hasta que se entrenó para entrar a movilidad.
Ella dejó la hotelería y turismo en el último semestre de la carrera e incursionó originalmente en la venta de planes de vacaciones, luego fue tours operadora, como además vendía pisos o apartamentos.
La pareja de oficiales con cinco hijos y dos nietos contaron su historia, durante la Trigésima Octava Feria Internacional Turística 2018 donde EL DIA fue invitado por el Ministerio de Turismo.
Gerardo lleva 30 años siendo catequista y su parecer sobre los jóvenes es que hoy la sociedad no los ayuda a buscar valores positivos, entiende que les gusta más divertirse y prefieren las uniones libres.
Tienen cinco hijos, una de estos de 28 años, aspirante a policía, y aunque lleva dos carreras, ahora estudia incursionar en esa tarea.
“La gente muchas veces no entienden nuestra función y nos solicitan servicios que no son de transito”, explica Gerardo Espinosa, quien se siente orgulloso de ser un agente de movilidad en Madrid.
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