Un mundo convulsionado cambió de criterios, eligiendo a la primera africana, primera ex-ministra de hacienda y primera mujer para dirigir la OMC.
La nigeriana Ngozi Okonjo-Iweala es la nueva Directora-General. Deseémosle el mejor de los éxitos.
El trabajo por delante es abrumador. Hasta el FMI desechó el Consenso de Washington, mientras que los Objetivos de Desarrollo del Sostenible (ODS) de la ONU están lejos de cumplirse para el 2030, sobre todo después de un COVID-19 que todo lo ha retrasado.
Aquellos que más promovieron la globalización son ahora sus más feroces críticos.
La prédica podrá ser todavía liberal en ciertas capitales pero la práctica es más proteccionista que nunca, con cadenas de suministro perturbadas, estándares mundiales segmentados y desafortunados casos recientes de nacionalismo en las vacunas.
El mundo carece de un árbitro creíble para sus disputas comerciales, pues el Órgano de Apelación en la OMC no tiene jueces. Vale la pena recordar que, de las 595 disputas presentadas desde la creación de la OMC, apenas 101 han sido resueltas satisfactoriamente. De las pendientes, 44 son contra China, 98 contra la UE y 167 contra los EEUU.
Primer tema de agenda para la nueva Directora General: seleccionar, con carácter de urgencia, los jueces del Órgano de Apelación. Ello requerirá recordar a todos los miembros de la OMC las promesas del mundo de reformas irreversibles orientadas al mercado que surgiría de la Ronda Uruguay en 1994.
Carecer de un mecanismo efectivo y operativo para resolver disputas comerciales en la OMC hace posible que cualquier país pueda cometer actos de impunidad en violación de las reglas y de sus propios compromisos de liberalización, por los cuales todos hemos pagado caro — no sólo en la OMC, sino en los muchos acuerdos regionales negociados desde su creación.
Siguiente tema de agenda: gestionar de manera efectiva los acuerdos de la OMC y las negociaciones en curso, de las cuales la más urgente es la Declaración a ser adoptada en la Conferencia Ministerial de Kazajstán en junio próximo.
Nuevamente contemplamos la posibilidad de que los meses de retraso en la selección de la Directora nos lleven al fracaso de la Conferencia Ministerial — tal y como nos pasó en Seattle, aunque espero que sin los desastres callejeros.
Las negociaciones comerciales claramente requieren dominar los temas técnicos tratados pero, en esta disciplina, las personalidades importan aún más. Poco se logrará sin carisma y sin el “gravitas” ministerial requerido para bajar línea y forjar consensos en los momentos difíciles.
Deseemos fervientemente que la nueva Directora salga fortalecida de la prueba, con resultados que nos enorgullezcan, en la forma de un texto de consenso adoptado por el Consejo General de la OMC antes de su presentación a los Ministros en Nur-Sultán para, allí, lanzar nuevas negociaciones sobre comercio electrónico, inversiones y transferencias de tecnología.
El multilateralismo es la única respuesta a los problemas globales que confrontamos, todos los cuales han sido magnificados por la pandemia.
Llegó la hora de que el mundo se una en el rescate de la OMC, dando su pleno respaldo a la nueva Directora y su abrumadora agenda.