Un estudio reciente presentado de la autoría de un anterior director general del Impuesto Sobre la Renta y otro economista ha justificado que la proliferación de paneles solares está afectando los costos de distribución de las Empresas Distribuidoras de Electricidad (EDE), con un impacto de casi 90 millones de dólares al año pasado, lo que presiona el creciente déficit del sector eléctrico.
Es increíble que se quiera comenzar a desglosar las enormes pérdidas recurrentes en incremento de las EDE con un estudio de esta naturaleza, cuando las pérdidas sólo en el periodo enero-agosto del 2023 ascienden a más del 41.9 % de la energía comprada.
Un trabajo serio que analice las razones por las cuales las empresas de distribución están en la ruina, perdiendo miles de millones de dólares y provocando masivos endeudamientos para cubrir sus déficits debió comenzar por la arcaica organización empresarial, los miles de empleos innecesarios y los millones despilfarrados en publicidad innecesaria y muchas veces dirigida a otros objetos que no son puramente los de las empresas.
Otro renglón es el esfuerzo casi inexistente de detectar los fraudes que se cometen a diario, así como el relajo en la fijación del factor potencia y el tema de facturación. La desidia al cobro es tanto arriba con grandes consumidores como con los decenas de miles de abajo que son “padres de familia” que enganchan sus líneas de suministro de energía sin mayor control.
Desde el 2016 la capacidad de generar electricidad solar ha experimentado un crecimiento de aproximadamente 2,150.3 %, o más de 21 veces lo que había entonces, alcanzando los 675.1 MW en 2024.
Es necesario que en vez de amenazar eliminarse incentivos que permiten generar electricidad con la naturaleza, los interesados se aboquen a un verdadero plan de recuperación de las maltrechas EDE y en ello considerar pausadamente qué esfuerzos puede hacer el sector de la energía eólica para contribuir a dicho saneamiento.