
Jerusalén.- La amenaza de un inminente ataque de Irán y el grupo libanés Hizbulá se cierne sobre Israel y en una Jerusalén, dividida entre israelíes y palestinos, sus habitantes temen o alientan la escalada de violencia mientras la incertidumbre invade su vida diaria.
"¿Hay guerra o no hay guerra?”, pregunta bromeando el estanquero árabe A.A. -prefiere utilizar sólo sus iniciales- a sus clientes en su negocio en Jerusalén este, la parte palestina de la ciudad.
Allí, la vida continúa con aparente normalidad por la tarde, cuando el oeste de Jerusalén, la parte israelí, se muestra algo más silencioso frente a la posible llegada de un bombardeo que el secretario de Estado de EE.UU., Antony Blinken, pronosticó ayer en un plazo de 24 o 48 horas.
El vendedor muestra una opinión generalizada en el este de la Ciudad Santa- ven la amenaza como un castigo a Israel por su agresión contra el pueblo palestino y otros países del mundo árabe, especialmente tras la muerte del líder de Hamás, Ismail Haniyeh, en un ataque en Teherán que el Estado hebreo no ha confirmado ni desmentido, pero del que todo el mundo le atribuye responsabilidad.
“Será un gran ataque porque les hicieron algo malo (a Irán). Tienen que enviar un mensaje de vuelta a los judíos. Todos los días matan gente, a los niños”, asegura tras su mostrador.
“Es difícil para un palestino ver esto y sentarse en silencio. No puede ser así".

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EFE
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