Padres tienen el deber de velar por bienestar de los hijos al separarse

Padres tienen el deber de velar por bienestar de los hijos al separarse

Padres tienen el deber de velar por bienestar de los hijos al separarse

No es sano ver a los hijos del otro como amenaza, enemigos con quienes hay que competir por la atención y el amor de la pareja.

Por Margarita Heinsein*

Cada vez que escucho la palabra madrastra pienso en la pobre Cenicienta que tanto sufrió con la esposa malvada de su padre.

Esta imagen ha hecho mucho daño a todos los que, por circunstancias de la vida, hemos tenido que asumir este papel con los hijos de nuestras parejas, muy distinto al de la madrastra del cuento.

La terrible noticia de la muerte del niño español, Gabriel, causada por su madrastra, ha consternado a todos.

Nos hemos puesto en el lugar de esa madre y no comprendemos como ha podido responder y actuar con autocontrol y paz en una situación de tanto dolor y rabia.

Algunas madres que conozco incluso han comentado que “hubieran matado a esa loca” y jamás hubieran podido actuar con tranquilidad, dejando las consecuencias en manos de la justicia.

La madrastra ha culpado al niño, justificando su horrible acto, indicando con esto que esta señora no está emocionalmente sana.

Surge la pregunta de si el padre, su pareja, no se dio cuenta que algo andaba mal o si no presintió que algo así podría pasar.

Se siente frustración e impotencia y se cuestiona si algo se pudo haber hecho para evitarlo.

La pareja y los hijos

Al iniciar una relación con una nueva pareja que se convertirá en la madrastra o en el padrastro de nuestros hijos no podemos pensar solo en nosotros de manera egoísta, sino también en nuestros hijos.

Ellos están ahí, son parte importante de nuestras vidas y jamás debemos exponerlos ni permitir maltratos ni manipulaciones de ningún tipo, por más enamorados que pudieran estar.

Gran responsabilidad

Convertirse en madrastra o padrastro es una gran responsabilidad e implica un compromiso con la pareja y sus hijos.

Requiere de estabilidad emocional y de habilidades en manejo apropiado de situaciones y conflictos. Esto se logra respetando los espacios y dinámicas ya existentes en la familia original, sin pretender asumir el rol del padre biológico presente. Significa que no debe intentar “ganarse” el amor a toda costa, siendo lo que no es y haciendo lo inapropiado.

Las relaciones sanas entre la madrastra o padrastro y los hijos de la pareja se construyen y desarrollan de manera natural, dando tiempo para conocerse, aceptarse y compartir.

Esto no se puede acelerar ni forzar. No es sano si se ven los hijos del otro como amenaza, enemigos con quienes hay que competir por la atención y el amor de la pareja.

Al intentar formar una nueva familia en la que uno o ambos tienen excónyuges, es recomendable que la nueva pareja se abstenga de criticar al otro o de interferir en las decisiones que ambos padres deben tomar sin su opinión.

Los hijos sufren cuando sus padres no están alineados y mucho más si la nueva pareja contribuye a esto.

Ambos con hijos

Si eres madrastra o padrastro y tienes tus propios hijos biológicos te enfrentas a un gran reto. No es fácil educar tus propios hijos y, ahora, ¡debes también hacerlo lo mejor posible con los de tu pareja!

Tendrás que ajustar ciertos hábitos y conductas, asegurando que la atención a tus hijos no se afecte por la presencia de los hijos de tu pareja.

Podrás hacer o exigir ciertas tareas y conductas de tus hijos que no podrás con los de tu pareja. Esto se debe conversar y explicar para evitar resentimientos.

Cada uno de los hijos es distinto y tendrá necesidades únicas que deben ser tomadas en cuenta en su justa medida. Las normas y privilegios deben aplicar a todos por igual, asegurando un ambiente con límites claros y apropiados de acuerdo a las edades.

Esto facilita la armonía y un ambiente positivo en el hogar. Si se espera que aporten en la limpieza y el orden, se espera de todos. Si hay un horario para la televisión o la llegada, es para todos.

Como se puede ver, son muchos los factores que intervienen al asumir el rol de madrastra o padrastro. Para tener éxito es necesaria la comunicación abierta, asertiva, amorosa y la toma de decisiones compartida con la pareja y con sus hijos.

Es fundamental saber cuándo corresponde estar y actuar, así como cuándo apartarse y dar espacio. Por ejemplo, si mi pareja está corrigiendo a su hijo es mejor no intervenir ni tomar posturas o intentar defender a ninguno. En ese momento me abstengo y luego doy mi opinión a mi pareja.

Todo suena muy bonito, pero muchas madrastras o padrastros no logran una relación sana y apropiada con sus parejas e hijos. Les cuesta adaptarse y aceptar o actuar como corresponde.

Por experiencia puedo decir que el punto de partida y el elemento más importante es el amor verdadero y genuino que desarma y vence todo obstáculo. Sin esa capacidad de amar, nada de lo anterior se puede lograr.

La realidad

—1— Los números
Según la encuesta Enhogar, 23.4 % de los jefes y jefas de hogar están separados y el 43.1 por ciento de las jefas de hogar están en unión libre.

—2— Lo más correcto
Varios autores coinciden en señalar que el conflicto entre los padres, así como la calidad de su relación con los hijos, tiene un mayor efecto en el bienestar de los hijos que el divorcio en sí mismo (Escapa, 2017).

El caso de Gabriel pone tema en tapete

Consternación. Ha causado el caso del niño Gabriel Cruz, de 8 años, cuyo cuerpo fue hallado el domingo día 11 de marzo, 12 días después de su desaparición en Las Hortichuelas, en Níjar (Almería).

La pareja de Ángel Cruz (padre), Ana Julia Quezada, fue la responsable de este hecho tan horrendo.

La autopsia ha concluido que Gabriel murió estrangulado el 27 de febrero, el mismo día en que desapareció.



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