¡Padre perdónalos, porque no saben lo que hacen!

¡Padre perdónalos, porque no saben lo que hacen!

¡Padre perdónalos, porque no saben lo que hacen!

Mayra de Peña

Estamos en plena celebración de la ¨Semana Santa o lo que muchos llaman ¨La Semana Mayor¨, tiempo en que conmemoramos el evento más trascendental en la humanidad y que reviste una importancia inigualable, pues el cumplimiento de la profecía encarnada en la vida de Jesús estampó un sello de eternidad con Dios a la que estábamos vedados por el pecado cometido en el Edén.

Innumerables profecías prescribían que Dios había concebido un Plan de Salvación y lo haría a través de su Hijo,  al que llamaría Emmanuel. Los judíos del tiempo de Jesús sabían que el Mesías vendría de Belén. En el libro de Miqueas 5;2 dice: ¨Pero tú Belén Efrata, pequeña para estar entre las familias de Judá, de ti me saldrá el que será Señor en Israel; y sus salidas son desde el principio, desde los días de la eternidad.

Iniciando por el  domingo de Ramos, donde se conmemora la entrada de Jesús a Jerusalén montado en un pollino,  profetizado  en la biblia en el libro de Zacarías 9:9, todo lo concerniente a su padecimiento hasta la  muerte en la cruz,  y el fiel cumplimiento de su resurrección fue cumplido a cabalidad, pero a los suyos vino y los suyos no le recibieron.

Estamos tan acostumbrados a que no se da nada por nada que cuando recibimos el mayor de los regalos, que tiene que ver con nuestra esencia espiritual, la que perdura, por ser gratuita no lo creemos, no entendemos que pueda existir una amor ágape mucho más allá de lo que podemos imaginar y menos aún asimilar que dentro de ese amor existe el perdón incondicional de aquel que en medio del mayor de los sufrimientos y vejaciones, decepción, supo pedir al Padre que los perdonara porque no sabían lo que hacían.

Todavía, dos siglos después, el hombre sigue pereciendo por falta de conocimiento. Desprecia lo único verdadero y esencial en la vida, se pasa la misma acumulando tesoros que se quedan, no se detienen ni un segundo a mirarse a sí mismos y ver su naturaleza de polvo, olvidando que por más grandes que se sientan en dos generaciones más nadie se acordará de ellos ni donde descansan sus huesos, a lo sumo tres, salvo raras excepciones y esas mismas un tiempo después quedará en el olvido, desperdiciando la única oportunidad de existir verdaderamente. Jesús dijo ¨Yo he venido para tengan vida, y para que la tengan en abundancia¨.

El amor de Dios permanece para siempre porque no es un sentimiento adherido, es un atributo a su existir. EL ES AMOR. 

No seamos contados dentro de los que hace mas de 2000 años tuvieron la oportunidad de tenerle y lo despreciaron, no le conocieron ni se interesaron en conocerle, ni seamos uno más de los que aprovechan estas fiestas para dedicarla al derroche de sus deseos sin detenerse a pensar la magnitud de lo que se celebra en esta semana.

Necesitamos hacer un alto, tomarnos un tiempo para reflexionar, hacer una decisión que muestre inteligencia y acercarnos a Dios…aún estamos a tiempo…aún hay vida. El cumplió cabalmente lo prometido, envió su Plan de Salvación y es precisamente esto lo que celebramos,  pero también todo lo demás expresado en Su Palabra se cumplirá.

Es tiempo propicio de intimidar con Dios, guardar silencio para escuchar su voz.



Mayra De Peña

Lic. en Contabilidad, egresada de la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD), graduada de Periodista, en el Instituto Dominicano de Periodismo (IDP). Locutora, con un Diplomado en Comercio Exterior, y Diplomado en Política Estratégica. He desempeñado diversas funciones dentro del sector Privado y Gubernamental. Hija de Dios y amante de la naturaleza. Creo en vivir a plenitud de manera equilibrada y en lo significativo de quererse y valorarse como individuo. Soy una feliz madre de tres hermosas hijas, creo en el matrimonio, en la institución familiar y en la importancia de predicar con el ejemplo. Amo escribir y con ello transmitir mi sentir y sobre todo tengo en alto estima alimentar el espíritu, pues de él mana la vida.

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