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Padre Nuestro

padre nuestro

Por: Jacques Ponty

Iñigo Montoya trascendía la materia para dialogar con Dios. El Padre Nuestro es la oración fundamental, el canto esencial para protegernos de nosotros mismos y volcar la mirada hacia la voluntad de nuestro Padre Creador.

Docto y reflexivo, Iñigo Montoya nos ofrece una exhaustiva mirada sobre el relato de las religiones monoteístas desde sus orígenes: desde las antiguas creencias humanas que concebían el mundo como una representación del universo, hasta nuestros días en un pequeño planeta de una determinada galaxia del cosmos.

La duda tan humana nos fue dada. Iñigo Montoya la abraza y la expone, con planteamientos agudos sobre el cosmos, desde las ciencias duras y la filosofía, sazonadas con un desparpajo de goteo espiritual. Explora las mutaciones progresivas, sociedad tras sociedad, en la evolución del Dios omnipotente y omnisciente como necesidad imperiosa ante la amenaza del caos. Un orden divino que impera y calma la sed del vacío de lo que será.

Maestro, y el Verbo hecho carne.


Vestido de mortal, nos traza el camino de las paradojas. La profundidad de sus parábolas sirve de norte y guía hacia una vida verdaderamente trascendente y con propósito. Iñigo Montoya da el salto. Sin prejuicios ni temor al qué dirán, ofrece su mirada sincera y honesta del camino espiritual, desde la oración fundacional del esqueleto místico de Occidente.

Desde lo sugerido. Con el privilegio de vivir dos vidas en una, curtido por las vivencias y el lodazal de las caídas en las sórdidas calles de la vida, Iñigo vuelve a sus raíces. Simplifica las grandes preguntas y logra volcar su mirada hacia el Padre.
Padre Nuestro que estás en los cielos.

Humedecido por la sabiduría de los doce pasos, con más de 5,000 segmentos de 24 horas en búsqueda impenitente del «conócete a ti mismo», Iñigo Montoya se reconcilia —desde lo complejo a lo simple— con sus raíces católicas, apostólicas y romanas.

Ataviado de buena voluntad, provisto de su caja de herramientas, conjuga los doce pasos y los doce conceptos: honestidad, esperanza, entrega, coraje, integridad, voluntad, humildad, amor, responsabilidad, disciplina, conciencia y servicio.

De la derrota, emerge el ganador como paradoja.
Transitando los 17 centímetros de la mente al corazón, Iñigo Montoya canta a Dios. Implora al Padre, para que desde lo humanamente posible, se logre conjugar el “a imagen y semejanza”.

Del polvo de la caída, como un gladiador tropical, se levanta, y vuelca la mirada al redentor mensaje del Padre Nuestro. Intenta ser uno más. Desoye los ladridos juveniles de los perros del Señor en la Santo Tomás de Aquino, para caminar hacia los brazos del Redentor, guiado por la sabia y amorosa Patricia, su Juana de Arco, desde su impronta de orfebre de las palabras como periodista, e impenitentes argumentos de abogada.

Gumercindo Fernández, el que venció tempestades y desafió tormentas, y Jacques Ponty, quien balbucea estas palabras junto a los demás integrantes de la Peña El Despertar, saludamos y agradecemos el regalo de tu mirada al Padre Nuestro.

Como náufragos, con el regalo de la serenidad, aceptamos con valor y sabiduría. Reconciliados con el Padre, podemos apreciar el verdadero valor de la vida. Dispuestos con buena voluntad, nos enfilamos ante tu visión y recitamos la oración fundamental de nuestro Dios Todopoderoso, Gran Arquitecto Supremo del Universo:

«Padre nuestro que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad, en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal.»

¡Amén!

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