Padre del Registro Electoral
En 1992, al entrar a la oficina del doctor José Altagracia Silié Gatón, él me recibía con un “hola, brother”, que es como los viejos robles de antes llamaban a sus amigos, muy a pesar de la diferencia de edad. Figuras como el expresidente Joaquín Balaguer, lo hacía.
El doctor Silié Gatón, tan íntimamente ligado a la organización de los procesos electorales, en la universidad del Estado (UASD), y en sus funciones de consultor jurídico de la Junta Central Electoral, le tocó vivir los acontecimientos de los primeros ajustes y transformaciones de la nación dominicana, a partir de Ley núm. 55, del Registro Electoral, de entonces.
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El Registro Electoral es una institución jurídica establecida para mantener el orden político y constitucional. Cada persona es titular de un derecho subjetivo para participar mediante el sufragio en las estructuras democráticas.
Fue el precursor del Registro Electoral, durante la gestión de presidente de la Junta Central Electoral, el licenciado Ángel María Liz, entre 1963-1973, fecha en la que se dispuso por vez primera de los conocimientos técnico-administrativos para afrontar los retos del registro de electores, haciendo uso de sus sistemas en el sistema legal vigente. Dicho organismo fue creado, oficialmente, mediante la Ley 8-92 (1992), que pone bajo la dependencia de la Junta Central Electoral, la Dirección General de la Cédula de Identificación Personal o Registro Electoral.
De acuerdo a la Ley 20-23, Orgánica del Régimen Electoral, del 17 de febrero de 2023, en su artículo 6, apartado g (Atribuciones reglamentarias), le atribuye a la JCE, “disponer todo lo concerniente a la formación, depuración y conservación del Registro Electoral”. Tras largas pruebas en elecciones anteriores, hasta la Ley núm. 55 del Registro Electoral (G. 0. NO 9206, del 23 de noviembre de 1970), que fue cuando se adaptaron los registros, con oficinas y suboficinas inscriptoras. Antes de esta ley citada, se recuerda el rol del Registro Electoral, en 1974, con una grande abstención de participación de los partidos políticos (“Acuerdo de Santiago”); en 1978, en las que ampliamente participaron todos los partidos políticos; y, en 1982, en que el Registro Electoral fue el verdadero aliado de la democracia, logrando una eficiencia técnica.
Hoy, dicho Registro Electoral está ampliamente robustecido, al contar con la Dirección Nacional de Elecciones.
Y claro, en estas transformaciones de su organización, pasar del precepto legal a la ejecución en el orden jurídico (“hoy está fundamentado en la obligatoriedad de la inscripción de todo ciudadano con vocación al sufragio”), pero sobre todo a los cambios técnicos.
En todos esos procesos convenientes para el desarrollo y evolución de la Administración electoral, estuvo presente nuestro patrocinado, don Silié Gatón, que, si hoy estuviera con nosotros, hubiese sido testigo o protagonista de las pasadas elecciones, cuyos cambios tecnológicos en el Registro Electoral, mostraron el comportamiento de unas elecciones de escrutinio manual, a través de la herramienta electrónica de un sistema de los equipos de digitalización, escaneos y transmisión de datos (EDET).
En sus últimos años se paseaba orondo por los pasillos en la sede de la JCE. Un aura de conocimientos, de sabios consejos dado en favor del Registro Electoral, contribuyendo con sus orientaciones a los que le acompañaron en las primeras faenas, en la oficina, en los diferentes encuentros, interno y en el exterior, buscando la forma de adoptar las mejores disposiciones de cambio en el organismo electoral.
Después de todo, el Registro Electoral no sólo es una de las actividades centrales de la JCE, sino su patrimonio.
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