El periodo económico y social por el que transita República Dominicana tiene sus noticias agradables. Una de ellas tiene que ver con el aumento del envío de remesas en el pasado semestre y para final del año.

¿De qué estamos hablando? De acuerdo a las autoridades del Banco Central tenemos que los dólares recibidos, a través de las remesas se situaron en US$7,500 millones en el período enero-septiembre de 2023.

Un dato que lleva a otra noticia, que proyectada habla de que el país se encamina a recibir en un futuro próximo 10 millones de turistas.
El mundo viene experimentado una situación inédita y fluctuante en materia de economía global. Sobre todo porque se trata de un mundo que cada día crece y cuenta con más estructuras productivas y laborales.

Un mundo donde los presidentes de los países desarrollados se movilizan. Visitan a los presidentes, empresarios e inversionistas de otras órbitas; y, a través de dichas visitas los mandatarios de los países en desarrollo tienen una mejor visión de gobernanza y apuestan a nuevas estrategias de comunicación económica, que se traduzca de manera específica en más inversiones nacionales.

El crecimiento de las remesas o la visita de 10 millones de turistas no deben convertirse en un punto de alegría o conformidad inamovible. Hay que hacer más. Nunca como ahora los presidentes de países de la región, de Sudamérica, Centroamérica y el Caribe se movilizan hacia países de Europa y Estados Unidos.

El potencial económico de República Dominicana, independientemente del turismo y la afluencia de remesas, necesita promoverse con mayor rigor. Necesita expandirse de manera más agresiva y certera.

Independientemente de los discursos en foros internacionales, hay muchos indicadores económicos y de bienestar para el país que son incontrovertibles y necesitan formar parte, sin pérdida de tiempo, de la agenda del Estado.