Otra página de don Rafael Molina

Otra página de don Rafael Molina

Otra página de don Rafael Molina

Rafael Chaljub Mejìa

Siempre que se juzgue al doctor Rafael Molina Morillo habrá que destacar la valentía con que ejerció su profesión. Se refieren siempre las pruebas que pasó en los dramáticos momentos de la voladura de la revista Ahora y del asesinato de Orlando Martínez.

Pero ocurre que cuando esas cosas sucedían, se vivía una cotidianidad marcada por la represión y la violencia.

En esas inhóspitas circunstancias, una de las más valientes y aguerridas generaciones de periodistas enfrentó el desafío de hacer buen periodismo.

Corría el 1970, bajo el gobierno balaguerista de los doce años. Tiempos de campaña electoral, cuando se supone que el gobierno debe propiciar el necesario clima de tolerancia y libertad política.

Pues miren como era aquello. En esos días se denunciaba que más de cien jóvenes mocanos habían tenido que huir de la persecución policial. El legendario Blanco Peña y José Bujosa Mieses habían sido apresados por causas políticas, en circunstancias distintas, para iniciar el vía crucis de una cárcel larga.

El emepedeísta Tulio Rafael Rivas era desaparecido en San Juan de la Maguana. Y esa represión que golpeaba y segaba vidas contra la izquierda, golpeaba también en el otro campo.

Así, el licenciado Francisco Augusto Lora declaraba que decenas de dirigentes y afiliados del partido que él dirigía estaban imposibilitados de hacer campaña electoral, porque habían tenido que refugiarse en la capital ante el acoso de la Policía.

En ese ambiente, precisamente el 10 de abril, junto al poeta Freddy Gatón Arce y al empresario José Brea Peña, el doctor Molina denunció una conjura del gobierno para cerrar los medios de Publicaciones Ahora y a la entonces combativa Radio Comercial, propiedad esta última del señor Brea Peña.

Dijeron que llevarían su querella ante el procurador general de la República, Anaiboní Guerrero Báez, quien de antemano descartó la denuncia y en cambio advirtió a los denunciantes las responsabilidades penales que pesaban sobre ellos por haber publicado declaraciones de “comandos revolucionarios”.

Leerlo ahora no es gran cosa, pero recibir una amenaza de ese tipo en aquellos tiempos trágicos colocaba a cualquier periodista en una situación muy peligrosa.

Don Rafael superó esa otra prueba y los medios bajo su dirección mantuvieron la misma apertura de siempre. Si los hechos de los hombres son las páginas de su historia, téngase en cuenta esta otra página al escribir la historia de don Rafael.



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