Orlando, lo que importa es la memoria y tu presencia

Orlando, lo que importa es la memoria y tu presencia

Orlando, lo que importa es la memoria y tu presencia

«Decidme de una vez si no fue alegre todo aquello
5 x 5 entonces no eran todavía 25
ni el alba había pensado en la negra existencia de los malos cuchillos. «…

Rafael Alberti / Poema: En el día de su muerte a mano armada /

In Memoriam: Aquiles Valdez…

Hago constar: este es un testimonio de algo vivido, mi verdad. No pretendo convencer a nadie de nada.
Mi compromiso de vida por Orlando, es una ofrenda a la amistad y al afecto de un ser colocado en una dimensión humana inigualable, es una ofrenda a su sacrificio presentido, es una ofrenda, en fin: a su valía moral y al gran vacío insondable que dejo que en mí dejó, así que pasen 100 años…
Y los que quieran exonerar a Balaguer y sus rameados asesinos, algunos vivos aún, alegando luchas de guerra fría etc, que se guarden la maldita lengua y sus ideas en el infierno irremediable, que les espera. He dicho

Todavía me cuesta me escribir, a lo largo de cierto tiempo he escrito sobre Orlando Martínez y cuando lo hago, pienso en un tiempo de mi vida. Me quedan muchas dudas, pero el pensamiento resiste el tiempo, ante todo viento rebelde y malvado que, como voluta de polvo y paja, pretende sepultar la gloriosa y bella memoria de lo vivido.

¿Si me hubiera ido con él esa noche, como siempre, hubiese sucedido el crimen?…

Se supone que el 17 de marzo de 1975, era lunes, siempre había pensado que era jueves, la razón de mi confusión a lo largo de todos estos años, se debía a que al despedirme de Orlando en las escalinatas del entonces Publicaciones Ahora, habíamos planeado ir al » Caserío » a tomar el famoso chocolate alemán, del que tanto hablaba el amigo René Alfonso. Eso lo hacíamos los jueves normalmente, no los lunes, porque los jueves la revista estaba entregada para la impresión y celebrábamos. Porque Orlando entendía que la vida era una celebración, como excelso melómano que fue y ello no impedía al mismo tiempo: tener una larga mirada de sueños, para empujar la historia y la sociedad hacia lo mejor.

Arte de ahora una experiencia singular

Yo dirigía entonces «Arte de Ahora «, un magazine gráfico dedicado a las artes, en cierta manera era el suplemento cultural de la revista y mi jefe inmediato era Orlando Martínez, quien me dispensaba un trato especial, humano casi de hermano menor, lo digo por el tono humano y afable, cuando me hacía observaciones sobre las publicaciones o cuando me sugería algún tema para Arte de Ahora.

Cada semana era mi responsabilidad armar 12 y 15 cuerpos de páginas cuyo contenido oscilaba entre Cine, Jazz, Historia, Literatura especialmente Poesía, textos de análisis sobre libros, fotografía, críticas sobre la televisión, textos sobre la Nueva Canción, que era la canción política de entonces, no hay que olvidar que este año se cumplen también 47 años de los Siete Días con el Pueblo, evento en que Orlando con entusiasmo se involucró y vale decir que pedir el favor para la entrada de Silvio Rodríguez y Noel Nicola, habrá que incluirlo en el precio fatal de su propio asesinato, al que le que le quede el vil trajecito, que se lo ponga y salga a la calle con la frente baja, y no bastará escupirle en la cara, que sepa que muchos sabemos cómo fue el asunto y que como católico ante la extrema unción, que vomite…

Otro ya lo hizo… En este apartado, solo me resta decir lo siguiente: Emma Tavarez Justo, fue quien me presentó a Orlando Martínez, no pienso eludir su nombre, nunca la he borrado de mi historia y no lo haré. En varias ocasiones me pidió con insistencia que le acompañara en el proyecto del Frente Patriótico y lo hacía con buena fe, estaba convencida. Le expresé que apoyaba a Peña Gómez, nunca me lo recriminó, nunca cambió su afecto amistoso por mí. Aprovecho esta ocasión como amigo para sacarla del olvido y colocarla en esta parte de la historia que le corresponde, no pienso ocultarla, no lo haría nunca.
Podré no estar de acuerdo con su decisión, nunca lo estuve, pero el afecto auténtico hasta esas encrucijadas de la historia, tiene que resistir y soportar.

Digresión obligada del afecto y los tiempos

Orlando fue un gran amigo de Marcos Rodríguez, quien fuera esposo de Emma Tavarez Justo, en algún momento compartíamos el cine, las revistas españolas que venían de una España que poco a poco se destapaba y los libros.
Las fotos de la actriz Yolanda Ríos, envuelta su piel en harina de trigo, más de una broma originó.

Hervía el humor, la broma permanente y en las conversaciones en serio: un fuerte espíritu crítico a todo, eso incluía al propio partido del que se estaba cerca: El PCD, En todo este mundo, la casa de Wenceslao Álvarez y el famoso Mustang blanco de Emma, que, como caballo viejo y mañoso, se podía parar de repente sin previo aviso. A ello se debe agregar una figura eje, Doña Josefina Justo, nuestra doña Fefa, a quien guardo en mi memoria con entrañable cariño. Esa señora, madre de Manolo Tavárez Justo, hermano de Emma, era de una dulzura imborrable, así la recuerdo.

Cuando Rafael Alberti, el poeta español se pregunta » si no era hermoso todo aquello «, habría que responderle mil veces sí. Agasajo a Víctor Manuel y Ana Belén, posiblemente en casa de un a hermana de Emma Tavarez Justo. A la izquierda sentados Otto Fernández Reyes. Víctor Manuel. Una hermana de Emma Tavarez. A la derecha, de pie Marcos Rodriguez Emma Tavarez Justo.
Ana Belén hace broma sobre baile con el autor del artículo. No recuerdo si la señora que está detrás de Orlando Martínez también es hermana o familia de E.T. J.

El sectarismo. Limitación de miradas y la izquierda

¿No era hermoso todo aquello? Nos preguntaba Rafael Alberti en su poema más arriba. Y digo que sí mil veces.
Con Orlando Martínez aprendí que el sectarismo y la maldita ortodoxia, hundió   la izquierda dominicana en el letargo que el tiempo le ha deparado, su tumba práctica y conceptual. Ese mismo Orlando Martínez que sufrió vituperios por sus opiniones sobre la pobreza de mira y visión de futuro de la izquierda dominicana. El mismo que en sus tomos criticaba con dureza y buena fe, la constante mediocridad de la Universidad del Estado. El mismo Orlando de la gran biblioteca en su habitación vista por mí y Selma Zapata, la madre de mi hija Alida, a quien Orlando quería mucho y por esos en sus últimas navidades vivo, la pasamos en su casa junto él, mientras con discreción desconectaba el teléfono, para que su madre Doña Adriana no escuchara las amenazas constantes de los asesinos y sus cómplices, era diciembre de 1974.
Ese Orlando Martínez, dejó a este país un alto legado crítico, con valentía y a todo riesgo…

De su crimen, para mí nunca, pero nunca » hará tanto tiempo «, como se suele decir. Sin embargo, a 46 años de todo lo ocurrido, solo recomiendo volver a leer sus textos, son el vivo testimonio aún de lo poco que hemos avanzado como sociedad, obviamente: este un criterio muy personal, lo asumo con certeza y responsabilidad.

Todavía: Orlando íntimo y vivo

Consumados los hechos de aquel 17 de marzo, había sonado el teléfono de la pensión donde vivía en la Moisés García 4, era la voz triste de Carlos Dore Cabral, me confirmaba en efecto, que él operativo militar para asesinarle en la José Contreras había acaecido y que el periodista del Nacional, era Orlando Martínez.
Aquel hecho cambio mi vida para siempre, especialmente porque esa noche, era él quien debía levarme a mi casa y no Selma Zapata, que había aparecido en el portal del edificio de la revista, de repente.

Recuerdo todo, cada segundo, es un ritornelo de hechos y memorias, que como un aluvión salvaje invade mi memoria, al cabo del tiempo, conociendo el calibre de esos asesinos pagados con dinero público, he llegado a la conclusión que nos hubieran matado a los dos, sin miramientos, como lo hicieron con él…

Cuando pienso en Orlando, lo veo recostado en la cama de mi pequeña habitación de los Moisés García 4, repleta de libros y viejo radio-tocadiscos. Hermético, Orlando mirando hacia el techo con sus gafas inconfundibles de niño en asombro, yo sentado en la mesa donde estaba mi vieja maquinilla y Pablo Milanés cantando: » El tiempo, el implacable, el que pasó, siempre una huella triste nos dejó » (CFE)…



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