La Iglesia católica alineó sus oraciones y peticiones en dos temas que desbordan la capacidad de las autoridades.
En las iglesias se reúne una parte de la sociedad dominicana.
Allí van con esperanzas y salen con mayores niveles de desasosiego ante las prédicas de los sacerdotes y sus temores terrenales.
Todos a una voz denuncian que la corrupción y la violencia arropan la sociedad dominicana.
El arzobispo de Santiago, monseñor Freddy Bretón Martínez, intenta ser escuchado por la Virgen de la Altagracia, a quien pide que interceda e ilumine a las autoridades dominicanas, que tienen como atribución fundamental prevenir y combatir el crimen.
En el púlpito habló con dolor propio. Implorando justicia para crímenes pasados; y el reciente que enlutó a su familia. A las autoridades uniformadas, las que encarnan la “ley y orden”, pidió no solo que vistan uniforme y se dejen ver en calles y avenidas del país.
También deben “portarse como autoridad y hacer hasta lo imposible para que no quede impune ningún crimen, no solo el de mi hermano, porque tengo la garganta cansada de denunciar otros, pero ahora me tocó denunciar el de la propia casa”.
Las oraciones ayudan al sosiego. La sociedad encuentra refugio en la Iglesia. Pero no basta. De eso está convencido monseñor Freddy Bretón. Y por eso pide castigo ejemplar a los que delinquen. Estamos de acuerdo con él.
