Optimismo dominicano y desarrollo

Optimismo dominicano y desarrollo

Optimismo dominicano y desarrollo

Carlos Salcedo.

Vivimos en un mundo convulso, confuso y en el que se hace difícil interpretar la realidad y proyectar soluciones. Si vemos nuestra historia reciente, se puede apreciar el progreso y con el tiempo el crecimiento sigue siendo estable, sostenido y por encima del promedio de la región.

Pero no es equitativo. Lo cierto es que no sucede ni por las leyes de la madre naturaleza ni por normas sociales. Sucede como resultado del trabajo duro, inteligente y disciplinado de personas dedicadas, que estén dispuestas a dialogar sus problemas con honestidad y apertura para todos.

Se necesita del optimismo para hacer un futuro mejor. Creer y trabajar para que el futuro mejore es la única vía de asumir la responsabilidad y de conseguirlo.

Por el contrario es improbable cuando se asume la derrota anticipada como norma de vida, porque ciertamente si no hay esperanza nunca la habrá.

Si no queremos un mejor país no lo tendremos. Querer no es ilusión, es la fuerza que determina la acción.

Debemos insistir en prosperidad, seguridad y paz para todos (Donald Trump ONU 2017).

Enfocándonos en las necesidades del ser humano, mejoramiento del Estado y desarrollo económico general y universal.

La realidad es que en el camino que hemos elegido como sociedad nuestra tolerancia por los fracasos y errores debe ser alta.

Los políticos deben enfocarse más en los resultados concretos con beneficios a la nación que en las acciones que emprenden.

La democracia y las libertades son instituciones fundamentales para nuestra propia subsistencia como especie humana (Noam Chosmky).

La limitación del contenido y apertura de los temas fundamentales para el desarrollo del país con fines de generar eslóganes políticos en los cuales la mayoría puedan estar de acuerdo evita el potencial enorme que posee la República Dominicana.

Los esfuerzos para hacer el bien no son suficientes. Los problemas deben ser presentados desde su óptica más fundamental, comenzando con establecer responsabilidades y metas claras a todos los ministerios y departamentos del Estado.

Nunca estuvimos en un tiempo tan importante en la historia con tantos retos y donde debemos cuestionarlo todo para un futuro que se ve tan emocionante, con un presente en el que seamos capaces todos de asumir nuestra cuota de determinación para el cambio positivo.



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