
La estabilidad del comercio internacional depende muchísimo de cuán predecibles o conocidas sean las variables que conforman las expectativas, dice Perogrullo.
Por eso la enorme disrupción ocasionada por la imposición de aranceles de importación o tarifas en los Estados Unidos puede poner patas arriba las economías de muchas naciones cuyos gobiernos no logren entenderse con las nuevas políticas de Washington.
Hasta ahora, a la República Dominicana le ha ido relativamente bien en este huracán comercial internacional.
Pero si aprovecháramos con listeza y agilidad las oportunidades, podría irnos muchísimo mejor. Por ejemplo, la única gran potencia agroindustrial dentro de la franja tropical, Brasil, padece la imposición de barreras arancelarias que encarecen enormemente sus exportaciones a Estados Unidos, donde el 50 % del café consumido es brasileño. Similarmente ocurre con productos como el azúcar.
Otro caso es la minería. Poseemos recursos desaprovechados por retrasos de origen gubernamental cuya solución merece rapidez.
Quizás la más importante ventana de oportunidad es la expedita adecuación de las condiciones para atraer la muy necesaria inversión extranjera directa, que favorecería también al empresariado nacional. Una de esas condiciones es fortalecer el imperio de la ley, destruyendo la impunidad que es la causa raíz de casi todos nuestros atrabancos.
Pocos países de América Latina tienen a su favor tantas oportunidades para acelerar el desarrollo como el nuestro. Las críticas fundamentadas y expresadas con buena voluntad ayudan más al Gobierno que la aquiescencia interesada o la contemporización.