El fuerte activismo puesto en práctica por los partidos políticos, que a las miradas críticas puede parecerles excesivo, permite, sin embargo, enfoques desde los cuales resulta beneficioso para el buen desenvolvimiento de la vida nacional.
Echar a andar después de un parón como el impuesto por la pandemia en el primer tercio del año 2020 ha estado acompañado de alternativas, riesgos y temores. Aunque cueste trabajo entenderlo, la concentración del liderazgo político en la carrera electoral del año 2024 le despeja en gran medida el camino a la administración actual este campo y el social.
Y como las organizaciones civiles todavía están anestesiadas, desde las cuales fueron articuladas con bastante éxito las demostraciones del cansancio con una administración bastante extendida, la activación de los partidos bajo el impulso de las aspiraciones personales y de grupos ha ayudado al Gobierno a timonear la crisis sin mayores riesgos.
La política tiene vías para la expresión de gustos y disgustos y esto también puede ser valorado como parte de las conveniencias de lo que algunos consideran una campaña electoral prematura. El de las organizaciones civiles es un mundo ancho y de múltiples interlocutores, con intereses variados y sin una ruta para la confrontación de ideas o la exposición de los intereses.
Se trata de una inesperada coyuntura a favor de la buena gobernanza, para usar un concepto puesto de moda con el todavía joven siglo XXI, a pesar de los críticos contra la excesiva actividad partidaria.
¡Enhorabuena!