En octubre de este año el país se embarcará en el interesante experimento de las primarias abiertas, establecidas como opción por la Ley de Partidos Políticos para escoger los candidatos electorales.
El mecanismo brindará a los dominicanos la posibilidad de participar en esa elección y, posiblemente, esto contribuirá a paliar la sensación ciudadana de que las opciones que los partidos les ofrecen son excesivamente limitadas.
A esta primera aplicación del sistema solo se sumó uno de los partidos mayoritarios, el PLD, con varios precandidatos. De uno de ellos quiero hablar porque puedo hacerlo desde la experiencia.
Conocí a Francisco Domínguez Brito en el año 2000, cuando fue designado director ejecutivo de la Fundación Institucionalidad y Justicia (Finjus).
Dos años de intenso trabajo me permitieron conocerle y apreciar su ética laboral y personal. Siempre se tomó en serio hasta los más mínimos detalles de la labor que desempeñábamos, que en aquel momento era, fundamentalmente, la culminación del proceso de reforma del Código de Procedimiento Criminal.
Pese a haber sido ya fiscal del Distrito Nacional, escuchaba atentamente los argumentos que, a veces en forma osada, le presentaba quien escribe, recién salido de la facultad de Derecho. Cuando entendió que debía cambiar de opinión lo hizo, convencido de que no tenía el monopolio de la verdad.
En su forma sosegada se esconde una gran tenacidad que lo lleva a perseguir metódicamente los objetivos trazados.
Recuerdo numerosas ocasiones en las que yo, llevado por el entusiasmo, deseaba pelear todas las batallas.
Francisco me respondía sencillamente “Tranquilo, Nassef”. Debo reconocer que las más de las veces tuvo razón. Y es que Francisco es una persona que tiene claras las cosas en las que cree, y no las usa como moneda de cambio.
No siempre estamos de acuerdo.
Me sigo considerando más liberal que él en muchos sentidos, y a veces hemos chocado por ello. Pero la democracia es así. Lo importante es que sepamos escucharnos, algo que él hace siempre con gran inteligencia
Me alegra mucho que una persona con el temple, la experiencia y la ética de trabajo de Francisco haya optado por lanzarse al ruedo. Pienso que enriquece las opciones de los ciudadanos y que bien merece la ponderación de estos.