La Organización de las Naciones Unidas está demostrando una vez más su incapacidad para ser ente catalizador de problemas reales que afrontan las naciones.

La lista de fracasos es enorme y se siguen sumando.
Para poner ejemplos recientes, este organismo prácticamente ha sido inexistente para lograr el fin de las hostilidades en Ucrania, conflicto que ha impactado negativamente la economía mundial de manera marcada.

Si se quisiera excusar a la ONU se podría decir que Ucrania es un conflicto de potencias y que eso reduce el poder de maniobra de un organismo internacional.

Pero qué decir frente a su incapacidad de aportar soluciones en Haití a un conflicto generado en uno de los países más pobres del mundo y que tiene como centro de la crisis a bandoleros y políticos corruptos de poca monta.
Por el contrario, en ocasiones pareciera que la incapacidad de la ONU pretende arrastrar a un tercer país al abismo, en este caso arrastrar a República Dominicana.

Una demostración del absurdo y falta de racionalidad en el abordaje de conflictos de la comunidad internacional es que mientras Estados Unidos ha destinado 50 mil millones de dólares en ayuda militar a Ucrania, su vecino Haití muere de inanición.

La falta de eficacia de la ONU se pone de manifiesto en que su Consejo de Seguridad no logra avanzar con las medidas necesarias para contribuir a que Haití salga de la crisis generada por la violencia y el control del territorio haitiano por parte de pandillas.

Se hace necesaria una intervención eficaz de la comunidad internacional en ayuda de Haití, pero no como ocurrió en el pasado reciente que solo logro empeorar las cosas, sino con un plan de desarrollo y pacificación definido a ser aplicado con los haitianos.