Con el declive de las ideologías, el ejercicio político ha relegado el debate de ideas de prioritario a complementario, del resto de las cualidades que debe mostrar un candidato.
El vertiginoso auge del Marketing y la comunicación digital ha multiplicado la generación de vigencia pública. Vuelve viral la imagen de los actores sociales, aunque fuese en base a escándalos.
Al margen de la integridad y el carisma, que naturalmente debe atribuirse a un candidato, la habilidad de comunicar de manera efectiva forja un camino inspirador de confianza y empatía muy valioso. Genera cambios y construye relaciones duraderas con el electorado.
La credibilidad del mundo de hoy descansa en las plataformas digitales. La veracidad que antes fue exclusiva de los medios tradicionales ha pasado a manos de las redes.
Líder ya no se nace. Se forja cabalgando en la espirar de la nueva ola; las burbujas mediáticas.
Al ser un «milennial», Omar Fernández conecta con una generación de votantes que para votar no lo piensa dos veces. Les interesa la empatía generacional, el brillo que otorgan las plataformas de hoy, más que cualquier otro recurso o argumento.
Omar parece estar más consciente que nadie de ello, pues su sorprendente influencia, forma de proyectarse y ascenso así lo evidencian.
Es visto como el chico tímido. Pero capacitado, que no llega a ser carpetoso. De esos que cuando en la familia ocurre algo «malo» puede ser atribuido a cualquiera de los otros hermanos, menos a él.
Comunica inocencia. Y desarrolla gran capacidad de sostener debates sin perder la cordura, hasta convencer sin atosigar o presionar a sus interlocutores.
A la par con su juventud cuenta con el respaldo de un partido, como la Fuerza del Pueblo (FUPU), cuyo líder ha sido tres veces presidente de la República. Esto le sumaría acceso a la experiencia de Estado. Aunque esa organización todavía no ha podido catapultarse como mayoritaria. Al menos lidera la oposición.
Sin embargo, ciertos analistas no dejan de observar que esta familiaridad padre-hijo, sanguínea y política, de la misma forma que se perfila ventajosa, puede resultar perjudicial.
Una franja de electores suele asociarla a aspectos negativos de pasadas gestiones gubernamentales. Aunque generalmente lo hace cuando la oposición se lo recuerda.