Hace muchos Juegos Olímpicos no se veía una final de 100 metros planos masculina tan apretada como la que se vivió este domingo en el Stade de France, de París.
Emocionante hasta la última milésima. Hasta el último torso.
Durante varios segundos tras el final de la carrera, el estadounidense Noah Lyles y el jamaiquino Kishane Thompson creían que habían ganado la medalla de oro en la que es una de las dos “pruebas reina” de las Olimpiadas.
Ambos habían tenido una carrera pareja. Ambos habían registrado el mismo tiempo. El público del Stade de France mantuvo la respiración.
Entonces llegó la decisión final: la medalla de oro iría para Lyles.
Pero las opiniones estaban divididas: las imágenes en televisión mostraban que el pie de Thompson había atravesado primero la meta, mientras otros argumentaban que era la cabeza lo que importaba, en cuyo caso era Lyles quien merecía la presea dorada.
Pero ni el pie, ni la cabeza: es el torso.
El reglamento de la Federación Internacional de Atletismo (World Athletics) señala claramente que “los atletas se colocarán en el orden en que cualquier parte de su cuerpo (es decir, el torso, a diferencia de la cabeza, el cuello, los brazos, las piernas, las manos o los pies) alcanza el plano vertical del borde más cercano a la línea de meta”.
En las imágenes reveladas por el Comité Olímpico Internacional y World Athletics se puede apreciar que el pecho de Lyles toca primero la línea de meta.
El tiempo de Lyles para estos 100 metros fue de 9.76 segundos.
Pero es un detalle milimétrico. Tanto, que el ganador no creía que había ganado.
“Pensé que Thompson lo tenía al final. Me acerqué a él mientras esperábamos y le dije: ‘Creo que lo tienes, bien hecho’, y luego apareció mi nombre y dije: ‘Dios mío, soy increíble’», explicó Lyles a los medios.
“Voy a ser honesto, no estaba listo para verme de primero y es la primera vez que digo esto. No estaba listo para verlo», añadió.
Por su parte, Thompson señala que aprendió una lección.
“No fui lo suficientemente paciente conmigo mismo como para dejar que mi velocidad me llevara a la línea, a la posición a la que sé que podría haber llegado, pero he aprendido de ello», dijo.
¿La mejor carrera de la historia?
Este detalle técnico es uno de los tantos que hizo de esta carrera un evento especial.
Primero: los ocho hombres terminaron a 0,12 segundos de la medalla de oro, y el último clasificado, el jamaiquino Oblique Sevilla, cruzó la línea en 9.91, un tiempo que hubiera sido lo suficientemente bueno para el cuarto lugar en los Juegos de Tokio 2020.
Eso significó que, por primera vez, ocho hombres corrieron menos de 10 segundos en una carrera autorizada, lo que la convirtió en la más rápida de todos los tiempos.
Para el medallista olímpico estadounidense Michael Johnson, esta ha sido “la mejor carrera de 100 metros que he visto en mi vida”.
“La final estuvo a la altura de las expectativas. A lo largo de las rondas, parecía inevitable que Kishane Thompson ganara, ya que fue él quien llegó aquí como el hombre más rápido del mundo».
«Tuvimos esta carrera increíble en la que podrías arrojar una sábana sobre la línea de meta”, agregó Johnson, en referencia a que todos los atletas se vieron alineados casi al mismo tiempo en el mismo punto de la pista.
Otro de los aspectos llamativos es la velocidad que alcanzó Lyles para poder ubicarse en primer lugar.
Tuvo el peor arranque de los ocho competidores y durante 40 metros no estuvo en puesto de medalla.
Entonces aceleró a una velocidad de 43,6 kilómetros por hora. Y se colgó el oro.
Y espera más: los 200 metros (ya obtuvo la medalla de bronce en Tokio 2020), los 400 metros y la prueba de relevos en 4×100.
«Quiere ser una superestrella mundial. Habla de Usain Bolt y del tipo de persona que era. Habla de su deporte y expresa su frustración porque no te ofrece esa plataforma», concluyó Johnson.