Por. Homero Luciano
Esta semana, el presidente de la JCE, Román Jáquez Liranzo, declaró que: “el padrón electoral de los dominicanos residentes en el exterior, es el más grande de toda Latinoamérica, proyectándose que al corte de inscripciones para este 20 de enero del cursante año, sean unos 875,000 los dominicanos empadronados para ejercer el sufragio, lo que representará según sus palabras el 12 % del electorado dominicano”.
Desde que en el año 2004 se le permitió ejercer el voto al dominicano residente en el exterior, he sido una de las voces que tenazmente ha trabajado y ponderado la importancia de este deber ciudadano, y de su importancia política, para incidir en su inclusión en la implementación de la conformación de políticas públicas que les sean vinculantes, llegado a pronosticar inclusive, que el crecimiento constante del padrón de electores del exterior, pudiera ser en un momento determinado el “voto de la diferencia” para la elección presidencial.
Cuando finalmente sea oficializado el padrón de la diáspora, no tenemos ninguna duda de que ocupará el tercer o cuarto lugar de importancia electoral, solo detrás de la Provincia de Santo Domingo, Distrito Nacional y Santiago de los Caballeros.
No entendemos, como las firmes encuestadoras (sin excepción), ni los partidos políticos, han procurado medir la intención del votante del dominicano del exterior, los cuales ejercerán el sufragio para elegir al presidente y vicepresidente de la República, y a los siete diputados de ultramar.
Hace poco, en un artículo que publique dije: “No es fácil predecir el futuro político de la república dominicana. Esta realidad le impondrá a los partidos y a sus dirigencias otear el horizonte y entender que el escenario electoral de cara al año 2024 es total y absolutamente distinto al del año 2020, por lo que se impone auscultar premonitoriamente con suficiente mesura el porvenir del comportamiento del voto de la diáspora, porque si la votación en el territorio nacional resultare muy ajustado, el voto del exterior puede ser el que decidida la elección del próximo presidente de la república.
Estimo que se impone a los estrategas, estudiar el comportamiento histórico de este votante, que ajeno a las ataduras “clientelar” requiere de un tratamiento muy particular, en la que deben prevalecer “ofertas” atractivas que motiven este voto, para de esta manera evitar una abstención considerable, entendiendo por demás lo costoso que resulta para el estado y gobierno dominicano el montaje en el exterior de estos procesos, cuya apuesta para una significativa concurrencia el domingo 19 del mes de mayo, es un compromiso de todos.
Repito: “ojo” con el voto del dominicano de la diáspora, la llave puede estar en sus manos. Es una advertencia para los principales actores de ese inminente proceso