
Esta columna tiene más de una década advirtiendo que el cáncer de la economía dominicana es el sistema de distribución eléctrica.
En múltiples ocasiones hemos advertido de cómo las crecientes pérdidas recurrentes, provocadas por la falta de imposición de criterios administrativos y el populismo político, ha hundido a las tres empresas distribuidoras. Además, debido a este hoyo negro, el país ha incurrido en una deuda pública enorme para quemarlo convertido en humo.
¿Cómo puede explicarse que para abril de este año las perdidas por falta de facturación y cobros exceda el 40 % de la energía comprada? Esta ineficiencia es básicamente por energía que no se facturó, algo de pérdidas técnicas y otro tanto a facturación no cobrada.
Si esta situación se hubiese presentado en una empresa privada, hace rato se hubiera declarado la quiebra y estaría cerrada.
Otros factores que afectan este enorme fracaso se encuentran en una estructura arcaica y obsoleta de precios estratificados con la intención supuesta de proteger a los más vulnerables. El resultado real es una pérdida financiera que representa más de la mitad de la deuda externa del país, tema que afecta a todos, pero más a los menos privilegiados y más necesitados.
Se alega que hay avances con respecto al Pacto Eléctrico cuando la realidad es que aún no se toca lo neurálgico. Esto es, la increíble cantidad de subsidios innecesarios, así como la falta voluntad política de imponerle algún tipo de tarifa a los flagrantes evasores y penalizar ejemplarmente a los que intencionalmente se roban la energía.
Los diagnósticos de la raíces y soluciones de la debacle del sistema de distribución eléctrica están más que explicitados en diversos estudios, documentos y escritos. ¿El tema es si el Gobiernos es incapaz de ponerse los pantalones y solucionar el problema, como lograr subsanar la situación?
Se han propuesto varias alternativas de solución. La más razonable, aunque popularmente odiosa, sería regresar a la integración vertical del sistema, pero ahora en manos privadas en vez de públicas.
Que proveedores de energía se aglutinen, compren y operen el sistema de distribución. Lo que no se puede es seguir con oídos sordos frente a este hoyo negro de nuestra economía.